de Braulio Arenas
Casa para vivir,
casa que el hombre busca
desde que el mundo es mundo, desde que el hombre es hombre,
desde que el techo es cielo.
¿Es la casa este techo,
es esta viga
que sale afuera como un hueso puro,
es la ventana
para aguardar el tiempo de su vidrio?
¿Es la casa esta noche,
es el ave que trina la trinidad del vidrio,
es el jardín de la caverna loca,
es la huella del niño
que siembra la aventura a cada paso?
Desde que el mundo es canto: la aventura,
desde que el hombre es viaje: la morada,
desde que solo estoy: la compañía;
puesto que el hombre está, como transido,
siempre entre la intemperie y la muralla.
La casa está en la tierra, está como la fruta
esperando que el sol nutra su cáscara,
nutra su techo y lo perfume
con toda la experiencia del espacio.
La casa está en el mar,
llena de espumas,
la casa choca y se transforma en blanca
lección de cortesía:
ella que fue arrecife.
La casa está en el cielo,
arraigada en la nube y en el orden
del loco génesis de las escalas:
como un Valparaíso en miniatura
ella dice el adiós, la bienvenida.
La casa sí, la casa está naciendo,
misteriosa ella va, de oscura noche
vestida, rumbo al día que la aclama,
ella es pura, y por tanto va al cimiento,
queriendo ser la casa, no el fantasma.
Ella, la casa, es pura,
y por tanto se orienta a las paredes,
se orienta al coro juvenil del vidrio,
se orienta al subterráneo,
a la techumbre.
Ella está al exterior, como nosotros,
y busca su razón, como nosotros,
es su propio fantasma
y quiere ser la casa, en la medida
que nosotros queremos habitarla.
Ella, la casa, es pura
y quiere ver la criatura humana,
quiere latir su corazón al ritmo
del corazón del niño, y busca, busca
corazones que quieran habitarla.
La casa está en su casa,
casa, casa, ¡cuántas casas ausentes para el hombre,
cuánta miseria atroz, cuánta intemperie,
cuánta casa fantasma!
No comprende la casa su silencio,
su vacío de barco abandonado,
no comprende esta paz de cementerio,
¿dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde está mi habitante, se pregunta,
dónde el niño sin techo del que hablaban?
La casa yace, yace sin remedio,
fantasma de sí misma, yace, yace,
la casa pasa por sus vidrios rotos,
penetra al comedor que está hecho trizas,
anida en las paredes desplomadas.
Penetra al dormitorio y se detiene,
¿quién duerme aquí?, pregunta,
nadie, nadie,
ni un dedal en la pieza de costura,
ni un plato en la cocina abandonada.
¿Y dónde están los hombres?,
no han venido,
no han llegado más bien,
pero a lo lejos: llegaremos, se oye,
llegaremos un día hasta la casa.
Llegaremos un día,
y tanta ruina
de la fantasmal casa
será esplendor, puesto que el hombre entonces
vendrá a morarla.
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Requerimientos
de Jorge Montealegre
A ti
que no te escribo casi
porque estás cerca
porque nos tocamos
porque vivimos juntos
quería escribirte justamente eso
*
No soy tu tipo, es verdad: yo soy mío.
*
El desamado vaga por la playa en el invierno.
La envidia me recorre.
*
Recibí un telegrama.
Te quiero, dice.
¿Y para qué será?
me digo, tiritando.
*
Está mirándome, la muy paloma.
*
La pasión va por dentro, cubrecama.
*
Húmedo recorro el camino
caracol
de tu oreja: un secreto
perdido
entre las mil y una noches.
*
Te pienso abriendo una avellana con los dientes.
Me duelo mordido.
*
Araña por la espalda. Viuda negra, mañosa.
*
Despacio
me gusta decírtelo
al oído: que me gustas
así,
des pa rra ma da.
*
No entiendo tu celo: nada tienes que perder.
*
Besos a lo humano, halo divino.
A ti
que no te escribo casi
porque estás cerca
porque nos tocamos
porque vivimos juntos
quería escribirte justamente eso
*
No soy tu tipo, es verdad: yo soy mío.
*
El desamado vaga por la playa en el invierno.
La envidia me recorre.
*
Recibí un telegrama.
Te quiero, dice.
¿Y para qué será?
me digo, tiritando.
*
Está mirándome, la muy paloma.
*
La pasión va por dentro, cubrecama.
*
Húmedo recorro el camino
caracol
de tu oreja: un secreto
perdido
entre las mil y una noches.
*
Te pienso abriendo una avellana con los dientes.
Me duelo mordido.
*
Araña por la espalda. Viuda negra, mañosa.
*
Despacio
me gusta decírtelo
al oído: que me gustas
así,
des pa rra ma da.
*
No entiendo tu celo: nada tienes que perder.
*
Besos a lo humano, halo divino.
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Consideraciones de un loco
de Juan Antonio Massone
Quizás no vencerá mi palabra
el chasquido pegajoso de la nada
en este lento horror que me confina.
Diciendo de esto a la calle de nadie,
unos pocos amigos complementan
la codiciosa obra de mi espectro.
Aún así seguiré velando aquí
y cuidando del semáforo.
Ya pueden cruzar la calle.
Quizás no vencerá mi palabra
el chasquido pegajoso de la nada
en este lento horror que me confina.
Diciendo de esto a la calle de nadie,
unos pocos amigos complementan
la codiciosa obra de mi espectro.
Aún así seguiré velando aquí
y cuidando del semáforo.
Ya pueden cruzar la calle.
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Poesía de Chile
Perdí mi juventud
de Gonzalo Rojas
Perdí mi juventud en los burdeles
pero no te he perdido
ni un instante, mi bestia,
máquina del placer, mi pobre novia
reventada en el baile.
Me acostaba contigo,
mordía tus pezones furibundo,
me ahogaba en tu perfume cada noche,
y al alba te miraba
dormida en la marea de la alcoba,
dura como una roca en la tormenta.
Pasábamos por ti como las olas
todos los que te amábamos. Dormíamos
con tu cuerpo sagrado.
Salíamos de ti paridos nuevamente
por el placer, al mundo.
Perdí mi juventud en los burdeles,
pero daría mi alma
por besarte a la luz de los espejos
de aquel salón, sepulcro de la carne,
el cigarro y el vino.
Allí, bella entre todas,
reinabas para mí sobre las nubes
de la miseria.
A torrentes tus ojos despedían
rayos verdes y azules. A torrentes
tu corazón salía hasta tus labios,
latía largamente por tu cuerpo,
por tus piernas hermosas
y goteaba en el pozo de tu boca profunda.
Después de la taberna,
a tientas por la escala,
maldiciendo la luz del nuevo día,
demonio a los veinte años,
entré al salón esa mañana negra.
Y se me heló la sangre al verte muda,
rodeada por las otras,
mudos los instrumentos y las sillas,
y la alfombra de felpa, y los espejos
que copiaban en vano tu hermosura.
Un coro de rameras te velaba
de rodillas, oh hermosa
llama de mi placer, y hasta diez velas
honraban con su llanto el sacrificio,
y allí donde bailaste
desnuda para mí, todo era olor
a muerte.
No he podido saciarme nunca en nadie,
porque yo iba subiendo, devorado
por el deseo oscuro de tu cuerpo
cuando te hallé acostada boca arriba,
y me dejaste frío en lo caliente,
y te perdí, y no pude
nacer de ti otra vez, y ya no pude
sino bajar terriblemente solo
a buscar mi cabeza por el mundo.
Perdí mi juventud en los burdeles
pero no te he perdido
ni un instante, mi bestia,
máquina del placer, mi pobre novia
reventada en el baile.
Me acostaba contigo,
mordía tus pezones furibundo,
me ahogaba en tu perfume cada noche,
y al alba te miraba
dormida en la marea de la alcoba,
dura como una roca en la tormenta.
Pasábamos por ti como las olas
todos los que te amábamos. Dormíamos
con tu cuerpo sagrado.
Salíamos de ti paridos nuevamente
por el placer, al mundo.
Perdí mi juventud en los burdeles,
pero daría mi alma
por besarte a la luz de los espejos
de aquel salón, sepulcro de la carne,
el cigarro y el vino.
Allí, bella entre todas,
reinabas para mí sobre las nubes
de la miseria.
A torrentes tus ojos despedían
rayos verdes y azules. A torrentes
tu corazón salía hasta tus labios,
latía largamente por tu cuerpo,
por tus piernas hermosas
y goteaba en el pozo de tu boca profunda.
Después de la taberna,
a tientas por la escala,
maldiciendo la luz del nuevo día,
demonio a los veinte años,
entré al salón esa mañana negra.
Y se me heló la sangre al verte muda,
rodeada por las otras,
mudos los instrumentos y las sillas,
y la alfombra de felpa, y los espejos
que copiaban en vano tu hermosura.
Un coro de rameras te velaba
de rodillas, oh hermosa
llama de mi placer, y hasta diez velas
honraban con su llanto el sacrificio,
y allí donde bailaste
desnuda para mí, todo era olor
a muerte.
No he podido saciarme nunca en nadie,
porque yo iba subiendo, devorado
por el deseo oscuro de tu cuerpo
cuando te hallé acostada boca arriba,
y me dejaste frío en lo caliente,
y te perdí, y no pude
nacer de ti otra vez, y ya no pude
sino bajar terriblemente solo
a buscar mi cabeza por el mundo.
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Poesía de Chile
Domínguez
DELIA DOMÍNGUEZ
Nació en la ciudad de Osorno (Chile) el 11 de agosto de 1931. Estudios en la Facultad de derecho de la Universidad de Chile, sin titularse de abogado. Profesora Honoraria del Saint Thomas College de Osorno. Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua. Fue nombrada Hija Ilustre de Osorno. Recibió el Premio Fundación Felipe Herrera Lane (1999) por su trayectoria literaria. Fue jefe de redacción de la revista Orfeo. También ejerció como columnista, crítica literaria y Jefa de Redacción de la Revista Paula. Fue conductora de televisión en programas de arte de Canal 9 de la Universidad de Chile. Actualmente, es panelista del espacio Carretera Cultural en radio Chilena. Ha integrado numerosos jurados literarios, entre los que destacan: Premio Pablo Neruda, Consejo Nacional del Libro, Premio Academia Chilena de la Lengua, Premios Municipales Santiago, Premio Alerce de la SECH, etc.
Obtuvo el Premio Municipal Pedro de Oña (1966) y el Premio Consejo Nacional del libro (1996)
Delia Domínguez es, en la actualidad, una de las más importantes poetisas ( o si se prefiere poeta) de la literatura nacional. Tiene una vasta trayectoria literaria. Sus poemas han sido recogidos en las más importantes antologías de la poesía chilena, ha sido objeto su obra de múltiples reseñas de críticos y de artículos académicos publicados por especialistas. La Doctora en Literatura doña Ana María Cuneo ha dicho " después de dedicar durante dos años muchas horas de estudio, no dudo en afirmar que en Chile la voz de mujer más importante, desde hace algunos años a la actualidad, es la de Delia Domínguez.".
A su vez Pablo Neruda, nuestro gran poeta, se ha expresado en términos también laudatorios respecto de la obra de Delia Domínguez. Dijo: " Compréndase que por naturaleza, por formación ecológica, la poesía de Delia Domínguez, osornina de los bosques de Osorno, es atrevida y descalza; sabe caminar sin miedo entre espinas y guijarros, vadear torrentes, enlazar animales, unirse al coro de las aves australes sin someterse al tremendo poderío natural para conversar con tristeza o con amor con todos los objetos y los seres. Mi amiga silvestre criada entre los avellanos y helechos antárticos domina la relación humana con la ternura que adquirió aprendiendo y defendiéndose de la soledad"
En general, la poesía de Delia Domínguez incluye, entre otras cualidades, el humor, un humor que le sirve para denunciar, criticar o reírse de sí misma. Al mismo tiempo, la poesía permite cierto aire coloquial, con lo cual la lectura se hace más agradable y cercana. Toda su obra está recorrida por la interrogante existencial, que muestra en el fondo, "la precariedad que acompaña a la vida Humana" (Ana María Cuneo).
También se habla de la poesía campesina de Delia Domínguez, porque toda ella está impregnada con el entorno de la natura que ella prodiga con generosidad. Sobre el particular, Delia Dominguez ha expresado:" Mi tema principal alude al ser humano relacionado con la naturaleza, porque nunca he cortado mi cordón umbilical con el campo. Estoy conectada a mis leches vegetales y si no fuera así, me secaría como las plantas".
Gonzalo Núñez ha dicho que Delia Domínguez "ha ido forjando una voz que emerge de las entrañas de la mojada tierra sureña, conformando un universo poético de ascendencia telúrica en la que primaba la sabiduría popular más que los academicismos tan propios de una nación poética por excelencia".(La Epoca, 11 de febrero de 1996)
En el año 2000 su nombre fue presentado como candidata al Premio Nacional de Literatura.
Delia Domínguez se caracteriza por poseer un humor fino, con un trato afable y cálido. No rehuye la sonrisa cuando se retrata a sí misma. Amable conversadora, simpática, generosa con sus colegas literarios. No es poeta que busque con obsesión la fama y como Jorge Teillier, cultiva con esmero el bajo perfil. Sin embargo, su trabajo artístico la obliga a presentarse constantemente en diversos eventos literarios.
ALGUNOS LIBROS PUBLICADOS
La Tierra nace al canto.1958
Obertura Siglo XX.1961
Contracanto.1966
El Sol mira atrás. Prólogo de Pablo Neruda.1972
La gallina castellana y otros huevos.1995
Huevos revueltos. 2000..
Otras publicaciones
Agendas anuales de Editorial Lord Cochrane con textos bilingües que destacan la identidad chilena, las etnias y su importancia en el espíritu del país. Algunos temas tratados: Ferrocarriles de Chile (Historia y Olvido),Oficios y Personajes (Antihéroes populares) y Hielos y Nieves (Geografía de los fríos.
Además ha escrito ensayos y crónicas en la prensa chilena, prólogos y estudios para libros de escritores jóvenes, sobre todo, en lo referente a poesía huilliche y su resonancia actual.
EL SOL MIRA ATRÁS
En el cielo
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua,
Y tú conoces las señales
Los sagrados olores de la tierra
Y empiezas a lustras tus botas
La escopeta del 16
Que el abuelo colgó en el comedor
En este otoño de su muerte.
Y en el morral huequeado por antiguos
Reventones de pólvora,
Hay un juego de naipes gastados
Como esa risa que fuimos perdiendo
Cuando nos vendaron los sueños
Para que creciéramos
Más tranquilos, más ciegos,
Y no preguntáramos
Por qué el sol miraba para atrás
Desde el umbral sonoro de la lluvia,
O por qué los que amábamos
No volvieron jamás
Para justificar su eternidad
A nuestro lado,
Y tú
Y yo
Tuvimos que ir guardando las sillas vacías
Pasando llave
En el óxido de las chapas antiguas
Pasándonos una costura en la boca
Para quedarnos
Con las palabras estrictamente necesarias
A nuestro sencillo amor.
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua
Y se ilumina la copa de los manzanos
Y nos entra un frío por las rodillas
Avisándonos la primera señal.
Nació en la ciudad de Osorno (Chile) el 11 de agosto de 1931. Estudios en la Facultad de derecho de la Universidad de Chile, sin titularse de abogado. Profesora Honoraria del Saint Thomas College de Osorno. Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua. Fue nombrada Hija Ilustre de Osorno. Recibió el Premio Fundación Felipe Herrera Lane (1999) por su trayectoria literaria. Fue jefe de redacción de la revista Orfeo. También ejerció como columnista, crítica literaria y Jefa de Redacción de la Revista Paula. Fue conductora de televisión en programas de arte de Canal 9 de la Universidad de Chile. Actualmente, es panelista del espacio Carretera Cultural en radio Chilena. Ha integrado numerosos jurados literarios, entre los que destacan: Premio Pablo Neruda, Consejo Nacional del Libro, Premio Academia Chilena de la Lengua, Premios Municipales Santiago, Premio Alerce de la SECH, etc.
Obtuvo el Premio Municipal Pedro de Oña (1966) y el Premio Consejo Nacional del libro (1996)
Delia Domínguez es, en la actualidad, una de las más importantes poetisas ( o si se prefiere poeta) de la literatura nacional. Tiene una vasta trayectoria literaria. Sus poemas han sido recogidos en las más importantes antologías de la poesía chilena, ha sido objeto su obra de múltiples reseñas de críticos y de artículos académicos publicados por especialistas. La Doctora en Literatura doña Ana María Cuneo ha dicho " después de dedicar durante dos años muchas horas de estudio, no dudo en afirmar que en Chile la voz de mujer más importante, desde hace algunos años a la actualidad, es la de Delia Domínguez.".
A su vez Pablo Neruda, nuestro gran poeta, se ha expresado en términos también laudatorios respecto de la obra de Delia Domínguez. Dijo: " Compréndase que por naturaleza, por formación ecológica, la poesía de Delia Domínguez, osornina de los bosques de Osorno, es atrevida y descalza; sabe caminar sin miedo entre espinas y guijarros, vadear torrentes, enlazar animales, unirse al coro de las aves australes sin someterse al tremendo poderío natural para conversar con tristeza o con amor con todos los objetos y los seres. Mi amiga silvestre criada entre los avellanos y helechos antárticos domina la relación humana con la ternura que adquirió aprendiendo y defendiéndose de la soledad"
En general, la poesía de Delia Domínguez incluye, entre otras cualidades, el humor, un humor que le sirve para denunciar, criticar o reírse de sí misma. Al mismo tiempo, la poesía permite cierto aire coloquial, con lo cual la lectura se hace más agradable y cercana. Toda su obra está recorrida por la interrogante existencial, que muestra en el fondo, "la precariedad que acompaña a la vida Humana" (Ana María Cuneo).
También se habla de la poesía campesina de Delia Domínguez, porque toda ella está impregnada con el entorno de la natura que ella prodiga con generosidad. Sobre el particular, Delia Dominguez ha expresado:" Mi tema principal alude al ser humano relacionado con la naturaleza, porque nunca he cortado mi cordón umbilical con el campo. Estoy conectada a mis leches vegetales y si no fuera así, me secaría como las plantas".
Gonzalo Núñez ha dicho que Delia Domínguez "ha ido forjando una voz que emerge de las entrañas de la mojada tierra sureña, conformando un universo poético de ascendencia telúrica en la que primaba la sabiduría popular más que los academicismos tan propios de una nación poética por excelencia".(La Epoca, 11 de febrero de 1996)
En el año 2000 su nombre fue presentado como candidata al Premio Nacional de Literatura.
Delia Domínguez se caracteriza por poseer un humor fino, con un trato afable y cálido. No rehuye la sonrisa cuando se retrata a sí misma. Amable conversadora, simpática, generosa con sus colegas literarios. No es poeta que busque con obsesión la fama y como Jorge Teillier, cultiva con esmero el bajo perfil. Sin embargo, su trabajo artístico la obliga a presentarse constantemente en diversos eventos literarios.
ALGUNOS LIBROS PUBLICADOS
La Tierra nace al canto.1958
Obertura Siglo XX.1961
Contracanto.1966
El Sol mira atrás. Prólogo de Pablo Neruda.1972
La gallina castellana y otros huevos.1995
Huevos revueltos. 2000..
Otras publicaciones
Agendas anuales de Editorial Lord Cochrane con textos bilingües que destacan la identidad chilena, las etnias y su importancia en el espíritu del país. Algunos temas tratados: Ferrocarriles de Chile (Historia y Olvido),Oficios y Personajes (Antihéroes populares) y Hielos y Nieves (Geografía de los fríos.
Además ha escrito ensayos y crónicas en la prensa chilena, prólogos y estudios para libros de escritores jóvenes, sobre todo, en lo referente a poesía huilliche y su resonancia actual.
EL SOL MIRA ATRÁS
En el cielo
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua,
Y tú conoces las señales
Los sagrados olores de la tierra
Y empiezas a lustras tus botas
La escopeta del 16
Que el abuelo colgó en el comedor
En este otoño de su muerte.
Y en el morral huequeado por antiguos
Reventones de pólvora,
Hay un juego de naipes gastados
Como esa risa que fuimos perdiendo
Cuando nos vendaron los sueños
Para que creciéramos
Más tranquilos, más ciegos,
Y no preguntáramos
Por qué el sol miraba para atrás
Desde el umbral sonoro de la lluvia,
O por qué los que amábamos
No volvieron jamás
Para justificar su eternidad
A nuestro lado,
Y tú
Y yo
Tuvimos que ir guardando las sillas vacías
Pasando llave
En el óxido de las chapas antiguas
Pasándonos una costura en la boca
Para quedarnos
Con las palabras estrictamente necesarias
A nuestro sencillo amor.
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua
Y se ilumina la copa de los manzanos
Y nos entra un frío por las rodillas
Avisándonos la primera señal.
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Poesía de Chile
Los neochilenos
a Rodrigo Lira
El viaje comenzó un feliz día de noviembre
Pero de alguna manera el viaje ya había
terminado
Cuando lo empezamos.
Todos los tiempos conviven, dijo Pancho
Ferri,
El vocalista. O confluyen,
Vaya uno a saber.
Los prolegómenos, no obstante,
Fueron sencillos:
Abordamos con gesto resignado
La camioneta
Que nuestro mánager en un rapto
De locura
Nos había obsequiado
Y enfilamos hacia el norte,
El norte que imanta los sueños
Y las canciones sin sentido
Aparente
De los Neochilenos,
Un norte, ¿cómo te diría?,
Presentido en el pañuelo blanco
Que a veces cubría
Como un sudario
Mi rostro.
Un pañuelo blanco impoluto
O no
En donde se proyectaban
Mis pesadillas nómadas
Y mis pesadillas sedentarias.
Y Pancho Ferri
Preguntó
Si sabíamos la historia
Del Caraculo
Y el Jetachancho
Asiendo con ambas manos
El volante
Y haciendo vibrar la camioneta
Mientras buscábamos la salida
De Santiago,
Haciéndola vibrar como si fuera
El pecho
Del Caraculo
Que soportaba un peso terrible
Para cualquier humano.
Y recordé entonces que el día
Anterior a nuestra partida
Habiámos estado
En el Parque Forestal
De visita en el monumento
A Rubén Darío.
Adiós, Rubén, dijimos borrachos
Y drogados.
Ahora los hechos banales
Se confunden
Con los gritos anunciadores
De sueños verdaderos.
Pero así éramos los Neochilenos,
Pura inspiración
Y nada de método.
Y al día siguiente rodamos
Hasta Pilpilco y Llay Llay
Y pasamos sin detenernos
Por La Ligua y Los Vilos
Y cruzamos el río Petorca
Y el río
Quilimari
Y el Choapa hasta llegar
A La Serena
Y el río Elqui
Y finalmente Copiapó
Y el río Copiapó
En donde nos detuvimos
Para comer empanadas
Frías
Y Pancho Ferri
Volvió con las aventuras
Intercontinentales
Del Caraculo y del Jetachancho,
Dos músicos de Valparaíso
Perdidos
En el barrio chino de Barcelona.
Y el pobre Caraculo, dijo
El vocalista,
Estaba casado y tenía que
Conseguir plata
Para su mujer y sus hijos
De la estirpe Caraculo,
De tal forma que se puso a traficar
Con heroína
Y un poco de cocaína
Y los viernes algo de éxtasis
Para los súbditos de Venus.
Y poco a poco, obstinadamente,
Empezó a progresar.
Y mientras el Jetachancho
Acompañaba a Aldo Di Pietro
¿Lo recuerdan?
En el Café Puerto Rico
El Caraculo veía crecer
Su cuenta corriente
Y su autoestima.
¿Y qué lección podíamos
Sacar los Neochilenos
De la vida criminal
De aquellos dos sudamericanos
Peregrinos?
Ninguna, salvo que los límites
Son tenues, los límites
Son relativos: gráfilas
De una realidad acuñada
En el vacío.
El horror de Pascal
Mismamente.
Ese horror geométrico
Y oscuro
Y Frío
Dijo Pancho Ferri
Al volante de nuestro bólido,
Siempre hacia el
Norte, hasta
Toco
En donde descargamos
La megafonía
Y dos horas después
Estábamos listos para actuar:
Pancho Relámpago
Y los Neochilenos.
Un fracaso pequeño
Como una nuez.
Aunque algunos adolescentes
Nos ayudaron
A volver a meter en la camioneta
Los instrumentos: niños
De Toco
Transparentes como
Las figuras geométricas
de Blaise Pascal.
Y después de Toco, Quillagua,
Hilaricos, Soledad, Ramaditas,
Pintados y Humberstone,
Actuando en salas de fiestas vacías
Y burdeles reconvertidos
En hospitales de Liliput,
Algo muy raro, muy raro que tuvieran
Electricidad, muy
Raro que las paredes
Fueran semi sólidas, en fin,
Locales que nos daban
Un poco de miedo
Y en donde los clientes
Estaban encaprichados con
El fist-fucking y el
Feet-fucking,
Y los gritos que salían
De las ventanas y
Recorrían el patio encementado
Y las letrinas al aire libre,
Entre almacenes llenos
De herramientas oxidadas
Y galpones que parecían
Recoger toda la luz lunar,
Nos ponían los pelos
De punta.
¿Cómo puede existir
Tanta maldad
En un país tan nuevo,
Tan poquita cosa?
¿Acaso es éste
El Infierno de las Putas?
Se preguntaba en voz alta,
Pancho Ferri
Y los Neochilenos no sabíamos
Qué responder.
Yo más bien reflexionaba
Cómo podían progresar
Esas variantes neoyorquinas del sexo
En aquellos andurriales
Provincianos.
Y con los bolsillos pelados
Seguimos subiendo:
Mapocho, Negreiros, Santa
Catalina, Tana,
Cuya y
Arica,
En donde tuvimos
Algo de reposo -e indignidades.
Y tres noches de trabajo
En el Camafeo de
Don Luis Sánchez Morales, oficial
Retirado.
Un lugar lleno de mesitas redondas
Y lamparitas barrigonas
Pintadas a mano
Por la mamá de Don Luis,
Supongo.
Y la única cosa
Verdaderamente divertida
Que vimos en Arica
Fue el sol de Arica:
Un sol como una estela de
Polvo.
Un sol como arena
O como cal
Arrojada ladinamente
Al aire inmóvil.
El resto: rutina.
Asesinos y conversos
Mezclados en la misma discusión
De sordos y de mudos,
De imbéciles sueltos
Por el Purgatorio.
Y el abogado Vivanco,
un amigo de don Luis Sánchez,
Preguntó qué mierdas queríamos decir
con esa huevada de los Neochilenos.
Nuevos patriotas, dijo Pancho,
Mientras se levantaba
De la reunión
Y se encerraba en el baño.
Y el abogado Vivanco
Volvió a enfundar la pistola
En una sobaquera
De cuero italiano,
Un fino detalle de los chicos
De Ordine Nuovo,
Repujada con primor y pericia.
Blanco como la luna
Esa noche tuvimos que meter
Entre todos
A Pancho Ferri en la cama.
Con cuarenta de fiebre
Empezó a delirar:
Ya no quería que nuestro grupo
Se llamara Pancho Relámpago
Y los Neochilenos,
sino Pancho Misterio
Y los Neochilenos:
El terror de Pascal,
El terror de los vocalistas
El terror de los viajeros,
Pero jamás el terror
De los niños.
Y un amanecer,
Como una banda de ladrones,
Salimos de Arica
Y cruzamos la Frontera
De la República.
Por nuestros semblantes
Hubiérase dicho que cruzábamos
La frontera de la Razón.
Y el Perú legendario
Se abrió ante nuestra camioneta
Cubierta de polvo
E inmundicias
Como una fruta sin cáscara,
Como una fruta quimérica
Expuesta a las inclemencias
Y a las afrentas.
Una fruta sin piel
Como una adolescente desollada.
Y Pancho Ferri, desde
Entonces llamado Pancho
Misterio, no salía
De la fiebre,
Musitando como un cura
En la parte de atrás
De la camioneta
Los avatares -palabra india-
Del Caraculo y del Jetachancho.
Una vida delgada y dura
Como soga y sopa de ahorcado,
La del Jetachancho y su
Afortunado hermano siamés:
Una vida o un Estudio
De los Caprichos del Viento.
Y los Neochilenos
Actuaron en Tacna,
En Mollendo y Arequipa
Bajo el patrocinio de la Sociedad
Para el Fomento del Arte
Y la Juventud.
Sin vocalista, tarareando
Nosotros mismos las canciones
O haciendo mmm, mmm, mmmmh,
Mientras Pancho se fundía
En el fondo de la camioneta,
Devorado por las quimeras
Y por las adolescentes desolladas.
Nadir y cénit de un anhelo
Que el Caraculo supo intuir
A través de las lunas
De los narcotraficantes
De Barcelona: un fulgor
Engañoso,
Un espacio diminuto y vacío
Que nada significa,
Que nada vale, y que
Sin embargo se te ofrece
Gratis.
¿Y si no estuviéramos
En el Perú?, nos
Preguntamos una noche
Los Neochilenos.
¿Y si este espacio
Inmenso
Que nos instruye
Y limita
Fuera una nave intergaláctica,
Un objeto volador
No identificado?
¿Y si la fiebre
De Pancho Misterio
Fuera nuestro combustible
O nuestro aparato de navegación?
Y después de trabajar
Salíamos a caminar por
las calles del Perú:
Entre patrullas militares, vendedores
Ambulantes y desocupados,
Oteando
En las colinas
Las hogueras de Sendero Luminoso,
Pero nada vimos.
La oscuridad que rodeaba los
Núcleos Urbanos
Era total.
Esto es como una estela
Escapada de la Segunda
Guerra Mundial
Dijo Pancho acostado
En el fondo de la camioneta.
Dijo: filamentos
De generales nazis como
Reichenau o Model
Evadidos en espíritu
Y de forma involuntaria
Hacia las Tierras Vírgenes
De Latinoamérica:
Un hinterland de espectros
Y fantasmas.
Nuestra casa
Instalada en la geometría
De los crímenes imposibles.
Y por las noches solíamos
Recorrer algunos cabaretuchos:
Las putas quinceañeras
Descendientes de aquellos bravos
De la Guerra del Pacífico
Gustaban escucharnos hablar
Como ametralladoras.
Pero sobre todo
Les gustaba ver a Pancho
Envuelto en varias y coloridas mantas
Y con un gorro de lana
Del altiplano
Encasquetado hasta las cejas
Aparecer y desaparecer
Como el caballero
Que siempre fue,
Un tipo con suerte,
El gran amante enfermo del Sur de Chile,
El padre de los Neochilenos
Y la madre del Caraculo y el Jetachancho,
Dos pobres músicos de Valparaíso,
Como todo el mundo sabe.
Y el amanecer solía encontrarnos
En una mesa del fondo
Hablando del kilo y medio de materia gris
Del cerebro de una persona
Adulta.
Mensajes químicos, decía
Pancho Misterio ardiendo de fiebre,
Neuronas que se activan
Y neuronas que se inhiben
En las vastedades de un anhelo.
Y las putitas decían
Que un kilo y medio de materia
Gris
Era bastante, era suficiente, para qué
Pedir más.
Y a Pancho se le caían
Las lágrimas cuando las escuchaba.
Y luego llegó el diluvio
Y la lluvia trajo el silencio
Sobre las calles de Mollendo,
Y sobre las colinas,
Y sobre las calles del barrio
De las putas,
Y la lluvia era el único
Interlocutor.
Extraño fenómeno: los Neochilenos
Dejamos de hablarnos
Y cada uno por su lado
Visitamos los basurales de
La Filosofía, las arcas, los
Colores americanos, el estilo inconfundible
de Nacer y Renacer.
Y una noche nuestra camioneta
Enfiló hacia Lima, con Pancho
Ferri al volante, como en
Los viejos tiempos,
Salvo que ahora una puta
Lo acompañaba.
Una puta delgada y joven
De nombre Margarita,
Una adolescente sin par,
Habitante de la tormenta
Permanente.
Sombra delgada y ágil,
La ramada oscura
Donde curar sus heridas
Pancho pudiera.
Y en Lima leímos a los poetas
Peruanos:
Vallejo, Martín Adán y Jorge Pimentel
Y Pancho Misterio salió
Al escenario y fue convincente
Y versátil.
Y luego, aún temblorosos
Y sudorosos
Nos contó una novela
Llamada Kundalini,
De un viejo escritor chileno.
Un tragado por el olvido
De nombre Délano, alias Coke,
Como la Coca-Cola o algo así,
Dijimos los Neochilenos
Y Margarita.
Y el fantasma de la Coca-Cola
Escribió -parece ser-
Una novela llamada Kundalini,
Y Pancho apenas la recordaba,
Hacía esfuerzos, sus palabras
Hurgaban en una infancia atroz
Llena de amnesia, de pruebas
Gimnásticas y mentiras,
Y así nos la iba contando,
Fragmentada,
El grito Kundalini,
El grito de una yegua turfista
Y la muerte colectiva en el hipódromo.
Un hipódromo que ya no existe.
Un hueco anclado
En un Chile inexistente
Y feliz.
Y aquella historia tuvo
La virtud de iluminar
Como un paisajista inglés
Nuestro miedo y nuestros sueños
Que marchaban de Este a Oeste
Y de Oeste a Este,
Mientras nosotros, los Neochilenos
Reales
Viajábamos de Sur
A Norte.
Y tan lentos
Que parecía que no nos movíamos.
Y Lima fue un instante
De felicidad,
Breve pero eficaz.
¿Y cuál es la relación, dijo Pancho,
Entre Morfeo, dios
Del sueño
Y morfar, vulgo
Comer?
Sí, eso dijo,
Abrazado por la cintura
De la bella Margarita,
Flaca y casi desnuda
En un bar de Lince, una noche
Leída y partida y
Poseída
Por los relampagos
De la quimera.
Nuestra necesidad.
Nuestra boca abierta
Por la que entra
La papa
Y por la que salen
Los sueños: estelas
Fósiles
Coloreadas con la paleta
Del apocalipsis.
Sobrevivientes, dijo Pancho
Ferri.
Latinoamericanos con suerte.
Eso es todo.
Y una noche antes de partir
Vimos a Pancho
Y a Margarita
De pie en medio de un lodazal
Infinito.
Y entonces supimos
Que los Neochilenos
Estarían para siempre
Gobernados
Por el azar.
La moneda
Saltó como un insecto
Metálico
De entre sus dedos:
Cara, al sur,
Cruz, al norte,
Y luego nos subimos todos
A la camioneta
Y la ciudad
De las leyendas
Y del miedo
Quedó atrás.
Un día feliz de enero
Cruzamos
Como hijos del Frío,
Del frío Inestable
O del Ecce Homo,
La frontera con Ecuador.
Por entonces Pancho tenía
28 ó 29 años
Y pronto moriría.
Y 17 Margarita.
Y ninguno de los Neochilenos
Pasaba de los 22.
Buenos Aires -mayo de 1993
de Roberto Bolaño
El viaje comenzó un feliz día de noviembre
Pero de alguna manera el viaje ya había
terminado
Cuando lo empezamos.
Todos los tiempos conviven, dijo Pancho
Ferri,
El vocalista. O confluyen,
Vaya uno a saber.
Los prolegómenos, no obstante,
Fueron sencillos:
Abordamos con gesto resignado
La camioneta
Que nuestro mánager en un rapto
De locura
Nos había obsequiado
Y enfilamos hacia el norte,
El norte que imanta los sueños
Y las canciones sin sentido
Aparente
De los Neochilenos,
Un norte, ¿cómo te diría?,
Presentido en el pañuelo blanco
Que a veces cubría
Como un sudario
Mi rostro.
Un pañuelo blanco impoluto
O no
En donde se proyectaban
Mis pesadillas nómadas
Y mis pesadillas sedentarias.
Y Pancho Ferri
Preguntó
Si sabíamos la historia
Del Caraculo
Y el Jetachancho
Asiendo con ambas manos
El volante
Y haciendo vibrar la camioneta
Mientras buscábamos la salida
De Santiago,
Haciéndola vibrar como si fuera
El pecho
Del Caraculo
Que soportaba un peso terrible
Para cualquier humano.
Y recordé entonces que el día
Anterior a nuestra partida
Habiámos estado
En el Parque Forestal
De visita en el monumento
A Rubén Darío.
Adiós, Rubén, dijimos borrachos
Y drogados.
Ahora los hechos banales
Se confunden
Con los gritos anunciadores
De sueños verdaderos.
Pero así éramos los Neochilenos,
Pura inspiración
Y nada de método.
Y al día siguiente rodamos
Hasta Pilpilco y Llay Llay
Y pasamos sin detenernos
Por La Ligua y Los Vilos
Y cruzamos el río Petorca
Y el río
Quilimari
Y el Choapa hasta llegar
A La Serena
Y el río Elqui
Y finalmente Copiapó
Y el río Copiapó
En donde nos detuvimos
Para comer empanadas
Frías
Y Pancho Ferri
Volvió con las aventuras
Intercontinentales
Del Caraculo y del Jetachancho,
Dos músicos de Valparaíso
Perdidos
En el barrio chino de Barcelona.
Y el pobre Caraculo, dijo
El vocalista,
Estaba casado y tenía que
Conseguir plata
Para su mujer y sus hijos
De la estirpe Caraculo,
De tal forma que se puso a traficar
Con heroína
Y un poco de cocaína
Y los viernes algo de éxtasis
Para los súbditos de Venus.
Y poco a poco, obstinadamente,
Empezó a progresar.
Y mientras el Jetachancho
Acompañaba a Aldo Di Pietro
¿Lo recuerdan?
En el Café Puerto Rico
El Caraculo veía crecer
Su cuenta corriente
Y su autoestima.
¿Y qué lección podíamos
Sacar los Neochilenos
De la vida criminal
De aquellos dos sudamericanos
Peregrinos?
Ninguna, salvo que los límites
Son tenues, los límites
Son relativos: gráfilas
De una realidad acuñada
En el vacío.
El horror de Pascal
Mismamente.
Ese horror geométrico
Y oscuro
Y Frío
Dijo Pancho Ferri
Al volante de nuestro bólido,
Siempre hacia el
Norte, hasta
Toco
En donde descargamos
La megafonía
Y dos horas después
Estábamos listos para actuar:
Pancho Relámpago
Y los Neochilenos.
Un fracaso pequeño
Como una nuez.
Aunque algunos adolescentes
Nos ayudaron
A volver a meter en la camioneta
Los instrumentos: niños
De Toco
Transparentes como
Las figuras geométricas
de Blaise Pascal.
Y después de Toco, Quillagua,
Hilaricos, Soledad, Ramaditas,
Pintados y Humberstone,
Actuando en salas de fiestas vacías
Y burdeles reconvertidos
En hospitales de Liliput,
Algo muy raro, muy raro que tuvieran
Electricidad, muy
Raro que las paredes
Fueran semi sólidas, en fin,
Locales que nos daban
Un poco de miedo
Y en donde los clientes
Estaban encaprichados con
El fist-fucking y el
Feet-fucking,
Y los gritos que salían
De las ventanas y
Recorrían el patio encementado
Y las letrinas al aire libre,
Entre almacenes llenos
De herramientas oxidadas
Y galpones que parecían
Recoger toda la luz lunar,
Nos ponían los pelos
De punta.
¿Cómo puede existir
Tanta maldad
En un país tan nuevo,
Tan poquita cosa?
¿Acaso es éste
El Infierno de las Putas?
Se preguntaba en voz alta,
Pancho Ferri
Y los Neochilenos no sabíamos
Qué responder.
Yo más bien reflexionaba
Cómo podían progresar
Esas variantes neoyorquinas del sexo
En aquellos andurriales
Provincianos.
Y con los bolsillos pelados
Seguimos subiendo:
Mapocho, Negreiros, Santa
Catalina, Tana,
Cuya y
Arica,
En donde tuvimos
Algo de reposo -e indignidades.
Y tres noches de trabajo
En el Camafeo de
Don Luis Sánchez Morales, oficial
Retirado.
Un lugar lleno de mesitas redondas
Y lamparitas barrigonas
Pintadas a mano
Por la mamá de Don Luis,
Supongo.
Y la única cosa
Verdaderamente divertida
Que vimos en Arica
Fue el sol de Arica:
Un sol como una estela de
Polvo.
Un sol como arena
O como cal
Arrojada ladinamente
Al aire inmóvil.
El resto: rutina.
Asesinos y conversos
Mezclados en la misma discusión
De sordos y de mudos,
De imbéciles sueltos
Por el Purgatorio.
Y el abogado Vivanco,
un amigo de don Luis Sánchez,
Preguntó qué mierdas queríamos decir
con esa huevada de los Neochilenos.
Nuevos patriotas, dijo Pancho,
Mientras se levantaba
De la reunión
Y se encerraba en el baño.
Y el abogado Vivanco
Volvió a enfundar la pistola
En una sobaquera
De cuero italiano,
Un fino detalle de los chicos
De Ordine Nuovo,
Repujada con primor y pericia.
Blanco como la luna
Esa noche tuvimos que meter
Entre todos
A Pancho Ferri en la cama.
Con cuarenta de fiebre
Empezó a delirar:
Ya no quería que nuestro grupo
Se llamara Pancho Relámpago
Y los Neochilenos,
sino Pancho Misterio
Y los Neochilenos:
El terror de Pascal,
El terror de los vocalistas
El terror de los viajeros,
Pero jamás el terror
De los niños.
Y un amanecer,
Como una banda de ladrones,
Salimos de Arica
Y cruzamos la Frontera
De la República.
Por nuestros semblantes
Hubiérase dicho que cruzábamos
La frontera de la Razón.
Y el Perú legendario
Se abrió ante nuestra camioneta
Cubierta de polvo
E inmundicias
Como una fruta sin cáscara,
Como una fruta quimérica
Expuesta a las inclemencias
Y a las afrentas.
Una fruta sin piel
Como una adolescente desollada.
Y Pancho Ferri, desde
Entonces llamado Pancho
Misterio, no salía
De la fiebre,
Musitando como un cura
En la parte de atrás
De la camioneta
Los avatares -palabra india-
Del Caraculo y del Jetachancho.
Una vida delgada y dura
Como soga y sopa de ahorcado,
La del Jetachancho y su
Afortunado hermano siamés:
Una vida o un Estudio
De los Caprichos del Viento.
Y los Neochilenos
Actuaron en Tacna,
En Mollendo y Arequipa
Bajo el patrocinio de la Sociedad
Para el Fomento del Arte
Y la Juventud.
Sin vocalista, tarareando
Nosotros mismos las canciones
O haciendo mmm, mmm, mmmmh,
Mientras Pancho se fundía
En el fondo de la camioneta,
Devorado por las quimeras
Y por las adolescentes desolladas.
Nadir y cénit de un anhelo
Que el Caraculo supo intuir
A través de las lunas
De los narcotraficantes
De Barcelona: un fulgor
Engañoso,
Un espacio diminuto y vacío
Que nada significa,
Que nada vale, y que
Sin embargo se te ofrece
Gratis.
¿Y si no estuviéramos
En el Perú?, nos
Preguntamos una noche
Los Neochilenos.
¿Y si este espacio
Inmenso
Que nos instruye
Y limita
Fuera una nave intergaláctica,
Un objeto volador
No identificado?
¿Y si la fiebre
De Pancho Misterio
Fuera nuestro combustible
O nuestro aparato de navegación?
Y después de trabajar
Salíamos a caminar por
las calles del Perú:
Entre patrullas militares, vendedores
Ambulantes y desocupados,
Oteando
En las colinas
Las hogueras de Sendero Luminoso,
Pero nada vimos.
La oscuridad que rodeaba los
Núcleos Urbanos
Era total.
Esto es como una estela
Escapada de la Segunda
Guerra Mundial
Dijo Pancho acostado
En el fondo de la camioneta.
Dijo: filamentos
De generales nazis como
Reichenau o Model
Evadidos en espíritu
Y de forma involuntaria
Hacia las Tierras Vírgenes
De Latinoamérica:
Un hinterland de espectros
Y fantasmas.
Nuestra casa
Instalada en la geometría
De los crímenes imposibles.
Y por las noches solíamos
Recorrer algunos cabaretuchos:
Las putas quinceañeras
Descendientes de aquellos bravos
De la Guerra del Pacífico
Gustaban escucharnos hablar
Como ametralladoras.
Pero sobre todo
Les gustaba ver a Pancho
Envuelto en varias y coloridas mantas
Y con un gorro de lana
Del altiplano
Encasquetado hasta las cejas
Aparecer y desaparecer
Como el caballero
Que siempre fue,
Un tipo con suerte,
El gran amante enfermo del Sur de Chile,
El padre de los Neochilenos
Y la madre del Caraculo y el Jetachancho,
Dos pobres músicos de Valparaíso,
Como todo el mundo sabe.
Y el amanecer solía encontrarnos
En una mesa del fondo
Hablando del kilo y medio de materia gris
Del cerebro de una persona
Adulta.
Mensajes químicos, decía
Pancho Misterio ardiendo de fiebre,
Neuronas que se activan
Y neuronas que se inhiben
En las vastedades de un anhelo.
Y las putitas decían
Que un kilo y medio de materia
Gris
Era bastante, era suficiente, para qué
Pedir más.
Y a Pancho se le caían
Las lágrimas cuando las escuchaba.
Y luego llegó el diluvio
Y la lluvia trajo el silencio
Sobre las calles de Mollendo,
Y sobre las colinas,
Y sobre las calles del barrio
De las putas,
Y la lluvia era el único
Interlocutor.
Extraño fenómeno: los Neochilenos
Dejamos de hablarnos
Y cada uno por su lado
Visitamos los basurales de
La Filosofía, las arcas, los
Colores americanos, el estilo inconfundible
de Nacer y Renacer.
Y una noche nuestra camioneta
Enfiló hacia Lima, con Pancho
Ferri al volante, como en
Los viejos tiempos,
Salvo que ahora una puta
Lo acompañaba.
Una puta delgada y joven
De nombre Margarita,
Una adolescente sin par,
Habitante de la tormenta
Permanente.
Sombra delgada y ágil,
La ramada oscura
Donde curar sus heridas
Pancho pudiera.
Y en Lima leímos a los poetas
Peruanos:
Vallejo, Martín Adán y Jorge Pimentel
Y Pancho Misterio salió
Al escenario y fue convincente
Y versátil.
Y luego, aún temblorosos
Y sudorosos
Nos contó una novela
Llamada Kundalini,
De un viejo escritor chileno.
Un tragado por el olvido
De nombre Délano, alias Coke,
Como la Coca-Cola o algo así,
Dijimos los Neochilenos
Y Margarita.
Y el fantasma de la Coca-Cola
Escribió -parece ser-
Una novela llamada Kundalini,
Y Pancho apenas la recordaba,
Hacía esfuerzos, sus palabras
Hurgaban en una infancia atroz
Llena de amnesia, de pruebas
Gimnásticas y mentiras,
Y así nos la iba contando,
Fragmentada,
El grito Kundalini,
El grito de una yegua turfista
Y la muerte colectiva en el hipódromo.
Un hipódromo que ya no existe.
Un hueco anclado
En un Chile inexistente
Y feliz.
Y aquella historia tuvo
La virtud de iluminar
Como un paisajista inglés
Nuestro miedo y nuestros sueños
Que marchaban de Este a Oeste
Y de Oeste a Este,
Mientras nosotros, los Neochilenos
Reales
Viajábamos de Sur
A Norte.
Y tan lentos
Que parecía que no nos movíamos.
Y Lima fue un instante
De felicidad,
Breve pero eficaz.
¿Y cuál es la relación, dijo Pancho,
Entre Morfeo, dios
Del sueño
Y morfar, vulgo
Comer?
Sí, eso dijo,
Abrazado por la cintura
De la bella Margarita,
Flaca y casi desnuda
En un bar de Lince, una noche
Leída y partida y
Poseída
Por los relampagos
De la quimera.
Nuestra necesidad.
Nuestra boca abierta
Por la que entra
La papa
Y por la que salen
Los sueños: estelas
Fósiles
Coloreadas con la paleta
Del apocalipsis.
Sobrevivientes, dijo Pancho
Ferri.
Latinoamericanos con suerte.
Eso es todo.
Y una noche antes de partir
Vimos a Pancho
Y a Margarita
De pie en medio de un lodazal
Infinito.
Y entonces supimos
Que los Neochilenos
Estarían para siempre
Gobernados
Por el azar.
La moneda
Saltó como un insecto
Metálico
De entre sus dedos:
Cara, al sur,
Cruz, al norte,
Y luego nos subimos todos
A la camioneta
Y la ciudad
De las leyendas
Y del miedo
Quedó atrás.
Un día feliz de enero
Cruzamos
Como hijos del Frío,
Del frío Inestable
O del Ecce Homo,
La frontera con Ecuador.
Por entonces Pancho tenía
28 ó 29 años
Y pronto moriría.
Y 17 Margarita.
Y ninguno de los Neochilenos
Pasaba de los 22.
Buenos Aires -mayo de 1993
de Roberto Bolaño
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Poesía de Chile
Sombra
de Vicente Huidobro
La sombra es un pedazo que se aleja
Camino de otras playas
En mi memoria un ruiseñor se queja
Ruiseñor de las batallas
Que canta sobre todas las balas
HASTA CUANDO SANGRARÁN LA VIDA
La misma luna herida
No tiene sino una ala
El corazón hizo su nido
En medio del vacío
Sin embargo
Al borde del mundo florecen las encinas
Y LA PRIMAVERA VIENE SOBRE LAS GOLONDRINAS
De Poemas árticos, 1918
La sombra es un pedazo que se aleja
Camino de otras playas
En mi memoria un ruiseñor se queja
Ruiseñor de las batallas
Que canta sobre todas las balas
HASTA CUANDO SANGRARÁN LA VIDA
La misma luna herida
No tiene sino una ala
El corazón hizo su nido
En medio del vacío
Sin embargo
Al borde del mundo florecen las encinas
Y LA PRIMAVERA VIENE SOBRE LAS GOLONDRINAS
De Poemas árticos, 1918
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Poesía de Chile
Poema funerario
de Vicente Huidobro
El pájaro de lujo ha mudado de estrella
Aparejad bajo la tempestad de las lágrimas
Vuestro ataúd a vela
Donde se aleja el instrumento del encanto
En las vegetaciones de los recuerdos
Las horas en torno de nosotros hacen sus viajes
Va rápido
Va rápido impulsado por los suspiros
El mar está cargado de naufragios
Y yo he alfombrado el mar para su paso
Así es el viaje primordial y sin pasaje
El viaje instructivo y secreto
En los corredores del viento
Las nubes se apartan para que él pueda pasar
Y las estrellas se encienden para mostrar el camino
Qué buscas en los bolsillos de tu chaqueta
Has perdido la llave
En medio de ese zumbido celeste
Vuelves a encontrar en todas partes tus horas envejecidas
El viento es negro y hay estalactitas en mi voz
Dime Guillermo
Has perdido la llave del infinito
Una estrella impaciente iba a decir que hace frío
La lluvia aguzada comienza a coser la noche
De Automne régulier, 1925
El pájaro de lujo ha mudado de estrella
Aparejad bajo la tempestad de las lágrimas
Vuestro ataúd a vela
Donde se aleja el instrumento del encanto
En las vegetaciones de los recuerdos
Las horas en torno de nosotros hacen sus viajes
Va rápido
Va rápido impulsado por los suspiros
El mar está cargado de naufragios
Y yo he alfombrado el mar para su paso
Así es el viaje primordial y sin pasaje
El viaje instructivo y secreto
En los corredores del viento
Las nubes se apartan para que él pueda pasar
Y las estrellas se encienden para mostrar el camino
Qué buscas en los bolsillos de tu chaqueta
Has perdido la llave
En medio de ese zumbido celeste
Vuelves a encontrar en todas partes tus horas envejecidas
El viento es negro y hay estalactitas en mi voz
Dime Guillermo
Has perdido la llave del infinito
Una estrella impaciente iba a decir que hace frío
La lluvia aguzada comienza a coser la noche
De Automne régulier, 1925
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Poesía de Chile
Noche
de Vicente Huidobro
Sobre la nieve se oye resbalar la noche
La canción caía de los árboles
Y tras la niebla daban voces
De una mirada encendí mi cigarro
Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío
En el puerto
Los mástiles están llenos de nidos
Y el viento
gime entre las alas de los pájaros
LAS OLAS MECEN EL NAVÍ0 MUERTO
Yo en la orilla silbando
Miro la estrella que humea entre mis dedos
De Poemas árticos,1918
Sobre la nieve se oye resbalar la noche
La canción caía de los árboles
Y tras la niebla daban voces
De una mirada encendí mi cigarro
Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío
En el puerto
Los mástiles están llenos de nidos
Y el viento
gime entre las alas de los pájaros
LAS OLAS MECEN EL NAVÍ0 MUERTO
Yo en la orilla silbando
Miro la estrella que humea entre mis dedos
De Poemas árticos,1918
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Poesía de Chile
Ella
de Vicente Huidobro
Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo
Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla
Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma
Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas
De Ver y palpar,1941
Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo
Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla
Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma
Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas
De Ver y palpar,1941
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Poesía de Chile
Gonzalo Rojas
Nació en Ovalle (Chile) en 1917.( Algunos textos indican que lo hizo en Lebu, lo cual carece de veracidad). Vivió en Lebu, Concepción,Valparaíso y Santiago.Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue profesor de Estética Literaria y jefe del departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Profesor en la Universidad de Utha, Estados Unidos.
Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, que reunió lo más selecto de la literatura latinoamericana.Fue diplomático en China y Cuba.
Ejerció la docencia en Alemania Oriental y Venezuela.
Lectura recomendada. Poesías
Perdí mi juventud
Carbón
Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño
como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.
Es él. Está lloviendo.
Es él. Mi padre viene mojado. Es un olor
a caballo mojado. Es Juan Antonio
Rojas sobre un caballo atravesando un río.
No hay novedad. La noche torrencial se derrumba
como mina inundada, y un rayo la estremece.
Madre, ya va a llegar: abramos el portón,
dame esa luz, yo quiero recibirlo
antes que mis hermanos. Déjame que le lleve un buen vaso
de vino
para que se reponga, y me estreche en un beso,
y me clave las púas de su barba.
Ahí viene el hombre, ahí viene
embarrado, enrabiado contra la desventura, furioso
contra la explotación, muerto de hambre, allí viene
debajo de su poncho de Castilla.
Ah, minero inmortal, ésta es tu casa de roble, que tú mismo
construiste. Adelante:
te he venido a esperar, yo soy el séptimo
de tus hijos. No importa
que hayan pasado tantas estrellas por el cielo de estos años,
que hayamos enterrado a tu mujer en un terrible
agosto,
porque tú y ella estáis multiplicados. No
importa que la noche nos haya sido negra
por igual a los dos.
-Pasa, no estés ahí
mirándome, sin verme, debajo de la lluvia.
¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
RETRATO DE MUJER
Siempre estará la noche, mujer, para mirarte cara a cara,
sola en tu espejo, libre de marido, desnuda
con la exacta y terrible realidad del gran vértigo
que te destruye. Siempre vas a tener tu noche y tu cuchillo,
y el frívolo teléfono para escuchar mi adiós de un solo tajo.
Te juré no escribirte; por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que nunca me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.
Ponte el vestido rojo que le viene a tu boca y a tu sangre,
y quémame en el último cigarrillo del miedo
al gran amor, y vete descalza por el aire que viniste
con la herida visible de tu belleza. Lástima
de la que llora y llora en la tormenta.
No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago
tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,
una nariz de arcángel y una boca de animal, y una sonrisa
que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela en tu frente,
mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas como inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo
de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás
conmigo. Aquí mujer, te dejo tu figura.
Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, que reunió lo más selecto de la literatura latinoamericana.Fue diplomático en China y Cuba.
Ejerció la docencia en Alemania Oriental y Venezuela.
Lectura recomendada. Poesías
Perdí mi juventud
Carbón
Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño
como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.
Es él. Está lloviendo.
Es él. Mi padre viene mojado. Es un olor
a caballo mojado. Es Juan Antonio
Rojas sobre un caballo atravesando un río.
No hay novedad. La noche torrencial se derrumba
como mina inundada, y un rayo la estremece.
Madre, ya va a llegar: abramos el portón,
dame esa luz, yo quiero recibirlo
antes que mis hermanos. Déjame que le lleve un buen vaso
de vino
para que se reponga, y me estreche en un beso,
y me clave las púas de su barba.
Ahí viene el hombre, ahí viene
embarrado, enrabiado contra la desventura, furioso
contra la explotación, muerto de hambre, allí viene
debajo de su poncho de Castilla.
Ah, minero inmortal, ésta es tu casa de roble, que tú mismo
construiste. Adelante:
te he venido a esperar, yo soy el séptimo
de tus hijos. No importa
que hayan pasado tantas estrellas por el cielo de estos años,
que hayamos enterrado a tu mujer en un terrible
agosto,
porque tú y ella estáis multiplicados. No
importa que la noche nos haya sido negra
por igual a los dos.
-Pasa, no estés ahí
mirándome, sin verme, debajo de la lluvia.
¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
RETRATO DE MUJER
Siempre estará la noche, mujer, para mirarte cara a cara,
sola en tu espejo, libre de marido, desnuda
con la exacta y terrible realidad del gran vértigo
que te destruye. Siempre vas a tener tu noche y tu cuchillo,
y el frívolo teléfono para escuchar mi adiós de un solo tajo.
Te juré no escribirte; por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que nunca me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.
Ponte el vestido rojo que le viene a tu boca y a tu sangre,
y quémame en el último cigarrillo del miedo
al gran amor, y vete descalza por el aire que viniste
con la herida visible de tu belleza. Lástima
de la que llora y llora en la tormenta.
No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago
tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,
una nariz de arcángel y una boca de animal, y una sonrisa
que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela en tu frente,
mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.
Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas como inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo
de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás
conmigo. Aquí mujer, te dejo tu figura.
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Poesía de Chile
El viviente
de Oscar Hahn
Allí estaba el Viviente, dando vueltas
la rueda del molino.
Sangre, sudor y lágrimas brotaban
de los sacos de harina.
Y negros sacerdotes con canastos
llenos de pan salieron, y volvieron
con monedas de plata, y entonaron
los cánticos gloriosos.
Y el Hombre tristemente los miraba
desde lo Alto de las aspas en cruz,
mientras el sol, violentamente rojo,
quemaba los trigales.
Allí estaba el Viviente, dando vueltas
la rueda del molino.
Sangre, sudor y lágrimas brotaban
de los sacos de harina.
Y negros sacerdotes con canastos
llenos de pan salieron, y volvieron
con monedas de plata, y entonaron
los cánticos gloriosos.
Y el Hombre tristemente los miraba
desde lo Alto de las aspas en cruz,
mientras el sol, violentamente rojo,
quemaba los trigales.
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Poesía de Chile
Otoño secreto
Cuando las amadas palabras cotidianas pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan, ni el agua, ni la ventana,
y ha sido falso todo diálogo que no sea con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela y las manzanas puestas a guardar.
Cuando la forma de los árboles ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia memoria del otoño,
y los días tienen la confusión del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad que amamos antes de conocer;
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto que no queríamos escuchar.
de Jorge Teillier
de Para ángeles y gorriones
y no se puede nombrar ni el pan, ni el agua, ni la ventana,
y ha sido falso todo diálogo que no sea con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela y las manzanas puestas a guardar.
Cuando la forma de los árboles ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia memoria del otoño,
y los días tienen la confusión del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad que amamos antes de conocer;
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto que no queríamos escuchar.
de Jorge Teillier
de Para ángeles y gorriones
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Poesía de Chile
No te amo
No te amo, amo los celos que te tengo,
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti me ahogo en vino.
No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único tuyo que me queda.
Cuando desaparezca en esos cielos
de odio te ladraré porque no vienes.
de Armando Uribe
de No hay lugar
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti me ahogo en vino.
No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único tuyo que me queda.
Cuando desaparezca en esos cielos
de odio te ladraré porque no vienes.
de Armando Uribe
de No hay lugar
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Poesía de Chile
El día
Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la ventana el mar que no separa.
Seremos uno interminablemente.
Ahora estás conmigo. Qué seguro,
qué distinto es el ser: en su coraje
me alcanzas. ¡Para siempre! Los poderes,
indolentes, ajenos, conocidos.
Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la red el erial que nos separa.
Desnudos, absolutos, luminosos.
Esa boca aquí, cerca, nuestra, mía,
nuestra, tuya: si tuya, mía, mía:
lo feraz: arrecife de transcursos:
que yo, por ti, soy yo, todas tus veces.
Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por lo ayer el fanal que nos separa.
En torbellino, frágiles, amándonos.
Ahora estoy contigo. Realidad,
ahora puedes afrontar el mar:
en la eficacia, el mar, con resistencia,
se levanta hacia el sol. Tú estás conmigo.
Ventana. Red. Lo ayer. ¿Qué nos separa?
Seremos uno, interminablemente
desnudos, absolutos, luminosos,
en torbellino, frágiles, amándonos.
de David Rosenmann Taub
de La enredadera del júbilo
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la ventana el mar que no separa.
Seremos uno interminablemente.
Ahora estás conmigo. Qué seguro,
qué distinto es el ser: en su coraje
me alcanzas. ¡Para siempre! Los poderes,
indolentes, ajenos, conocidos.
Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la red el erial que nos separa.
Desnudos, absolutos, luminosos.
Esa boca aquí, cerca, nuestra, mía,
nuestra, tuya: si tuya, mía, mía:
lo feraz: arrecife de transcursos:
que yo, por ti, soy yo, todas tus veces.
Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por lo ayer el fanal que nos separa.
En torbellino, frágiles, amándonos.
Ahora estoy contigo. Realidad,
ahora puedes afrontar el mar:
en la eficacia, el mar, con resistencia,
se levanta hacia el sol. Tú estás conmigo.
Ventana. Red. Lo ayer. ¿Qué nos separa?
Seremos uno, interminablemente
desnudos, absolutos, luminosos,
en torbellino, frágiles, amándonos.
de David Rosenmann Taub
de La enredadera del júbilo
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Poesía de Chile
Sólo de Piano
Ya que la vida del hombre no es sino una acción a distancia,
Un poco de espuma que brilla en el interior de un vaso;
Ya que los árboles no son sino muebles que se agitan:
No son sino sillas y mesas en movimiento perpetuo;
Ya que nosotros mismos no somos más que seres
(Como el dios mismo no es otra cosa que dios)
Ya que no hablamos para ser escuchados
Sino para que los demás hablen
Y el eco es anterior a las voces que lo producen;
Ya que ni siquiera tenemos el consuelo de un caos
En el jardín que bosteza y que se llena de aire,
Un rompecabezas que es preciso resolver antes de morir
Para poder resucitar después tranquilamente
Cuando se ha usado en exceso de la mujer;
Ya que también existe un cielo en el infierno,
Dejad que yo también haga algunas cosas:
Yo quiero hacer un ruido con los pies
Y quiero que mi alma encuentre su cuerpo.
de Nicanor Parra
de Poemas y antipoemas
Un poco de espuma que brilla en el interior de un vaso;
Ya que los árboles no son sino muebles que se agitan:
No son sino sillas y mesas en movimiento perpetuo;
Ya que nosotros mismos no somos más que seres
(Como el dios mismo no es otra cosa que dios)
Ya que no hablamos para ser escuchados
Sino para que los demás hablen
Y el eco es anterior a las voces que lo producen;
Ya que ni siquiera tenemos el consuelo de un caos
En el jardín que bosteza y que se llena de aire,
Un rompecabezas que es preciso resolver antes de morir
Para poder resucitar después tranquilamente
Cuando se ha usado en exceso de la mujer;
Ya que también existe un cielo en el infierno,
Dejad que yo también haga algunas cosas:
Yo quiero hacer un ruido con los pies
Y quiero que mi alma encuentre su cuerpo.
de Nicanor Parra
de Poemas y antipoemas
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Poesía de Chile
Tantas lunas
de Braulio Arenas
Tantas lunas pasadas en limpio
rayas y más rayas tigres y más tigres
y el hotel era lujoso para dormir.
Suecos y más sueños besos y más besos
qué quedará de tanta luna
qué quedará de tanta agua de tanta sed
de tanto vaso.
Ventana destinada para ti
para que en ella te apoyes más perfecta
tú haces con tu belleza
lo que otros hacen con el cielo.
Tantas lunas pasadas en limpio
rayas y más rayas tigres y más tigres
y el hotel era lujoso para dormir.
Suecos y más sueños besos y más besos
qué quedará de tanta luna
qué quedará de tanta agua de tanta sed
de tanto vaso.
Ventana destinada para ti
para que en ella te apoyes más perfecta
tú haces con tu belleza
lo que otros hacen con el cielo.
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Poesía de Chile
Círculo
Ayer jugaba el mundo como un gato en tu falda;
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.
Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.
Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas y a las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.
Seria como una espada, tienes la trial dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.
Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.
Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonada la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.
Enterrada en los cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.
Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la trial danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.
Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido,
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu democracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sanderson, fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geográfica llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.
de Pablo de Rokha
de El folletín del diablo
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.
Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.
Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas y a las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.
Seria como una espada, tienes la trial dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.
Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.
Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonada la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.
Enterrada en los cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.
Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la trial danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.
Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido,
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu democracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sanderson, fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geográfica llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.
de Pablo de Rokha
de El folletín del diablo
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Poesía de Chile
Arte Poética
Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza :
el vigor verdadero reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.
de Vicente Huidobro
de El espejo de agua
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza :
el vigor verdadero reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.
de Vicente Huidobro
de El espejo de agua
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Poesía de Chile
Amor amor
de Gabriela Mistral
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡le tendrás que escuchar!
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de mar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!
Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!
Te echa venda de lino; tú la venda toleras.
Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir!
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡le tendrás que escuchar!
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de mar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!
Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!
Te echa venda de lino; tú la venda toleras.
Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir!
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