de Oscar Hahn
Allí estaba el Viviente, dando vueltas
la rueda del molino.
Sangre, sudor y lágrimas brotaban
de los sacos de harina.
Y negros sacerdotes con canastos
llenos de pan salieron, y volvieron
con monedas de plata, y entonaron
los cánticos gloriosos.
Y el Hombre tristemente los miraba
desde lo Alto de las aspas en cruz,
mientras el sol, violentamente rojo,
quemaba los trigales.
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