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Remigio

de Juan García Jiménez



Órale Remigio.

garra sus tiliches
y como di rayo si mi va a la iscuela,
pero amos prontu que si li haci tardi
y no sia la cosa que me lo degüelvan.


Con estas josefas vas a la varilla
y aluego ti mercas,
pero mita y mita con la chilpayata,
dos cuentos pintados de los de Calleja.


Y a ser como gentí,
a entrarli macizo con lu que ti venga,
a escrebir la plana,
a leer la letura,
y hacer munchas cuentas.


Ya le dije al maistro que li doy premiso
pa’arrimarte sobas y darte tus felpas
si te vas de pinta por lus ticurrales
o a paisar ajueras,
no ti hagas el zonzo ni lo disimules,
que ya ti conozco toditas tus tretas.


¿Si no, esi chipoti? ¿Cómo jue? ¿Rezando?


Y esa coronita qui pareces cura,
¿onde istán los pelos? ¿Crees qui jue in la iglesia?


Y aluego isi dienti,
un vas a dicirme qui jue el siñor maistro qui ti dio en la jeta.

¡Y esus pantalones! ¡Álgame la virgin si no los via vistu!


Cierri esa manera y vaya con la nana qui li ponga un parchi,
no mi andi in la calle con sus indecencias.


Pero óime, Remigio,
pérate tantito,
tovía es muy temprano;
yo crioque la iscuela tovía no istá abierta,
pon ai tus colores y tu silabario y tu bolsa nueva
y ven con tu agüelo pa’que lo diviertas.


Con que ya aprendiste todo il cajoncito,
diantre di muchacho, casi no lo creiba,
y aluego ya tienis tu letra ridonda
como lo güevitos de las cucuchitas
y las piedrecitas y las matetenas.


Ta güeno, mi lindo,
mi da mucho gustu saber que ansí crezcas
y ojalá la virgin nunca lo permita que ti falti iscuela.



¿Pero qué diviso?
Con que no chillabas y ti tabas riendo!

Amos sinvergüenza,
garri sus tilichis y comu di rayo si mi va a la iscuela.

Bajo el oro pequeño de los trigos

de Ochoa, Enriqueta

Si me voy este otoño
entiérrame bajo el oro pequeño de los trigos,
en el campo,
para seguir cantando a la intemperie.
No amortajes mi cuerpo.
No me escondas en tumbas de granito.

Mi alma ha sido un golpe de tempestad,
un grito abierto en canal,
un magnífico semental
que embarazó a la palabra con los ecos de Dios,
y no quiero rondar, tiritando,
mi futuro hogar,
mientras la nieve acumula
con ademán piadoso
sus copos a mis pies.

Yo quiero que la boca del agua
exorcice mi espíritu,
que me bautice el viento,
que me envuelva en su sábana cálida la tierra
si me voy este otoño.

Estoy Embriagado

de Nezahualcóyotl

Estoy embriagado, lloro, me aflijo,
Pienso, digo,
En mi interior lo encuentro:
Si yo nunca muriera,
Si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
Allá donde ella es conquista,
Que allá vaya yo…
Si yo nunca muriera,
Si yo nunca desapareciera.

Percibo lo Secreto…

de Nezahualcóyotl

Percibo lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…

Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.

Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.

Yo lo Pregunto

de Nezahualcóyotl

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Solamente Él

de Nezahualcóyotl

Solamente él,
El Dador de la Vida.
Vana sabiduría tenía yo,
¿Acaso alguien no lo sabía?
¿Acaso alguien?
No tenía yo contento al lado de la gente.

Realidades preciosas hacer llover,
De ti proviene tu felicidad,
¡Dador de la vida!
Olorosas flores, flores preciosas,
Con ansia yo las deseaba,
Vana sabiduría tenía yo…

Soy Rico

de Nezahualcóyotl

Soy rico,
Yo, el señor Nezahualcóyotl.
Reúno el collar,
Los anchos plumajes de quetzal,
Por experiencia conozco los jades,
¡son los príncipes amigos!
Me fijo en sus rostros,
Por todas partes águilas y tigres,
Por experiencia conozco los jades,
Las ajorcas preciosas…

Alegraos

de Nezahualcóyotl

Alegraos con las flores que embriagan,
Las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
Los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
Fragantes flores,
Abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
Parlotea y canta,
Viene a conocer la casa de dios.
Sólo con nuestros cantos
Perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
Vuestro disgusto de disipa.
Las inventa el Dador de la vida,
Las ha hecho descender
El inventor de sí mismo,
Flores placenteras,
Con ellas vuestro disgusto se disipa.

Canto de primavera

de Nezahualcóyotl

En la casa de las pinturas
Comienza a cantar,
Ensaya el canto,
Derrama flores,
Alegra el canto.

Resuena el canto,
Los cascabeles se hacen oír,
A ellos responden
Nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
Alegra el canto.

Sobre las flores canta
El hermoso faisán,
Su canto despliega
En el interior de las aguas.
A él responden
Variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
Bellamente canta.

Libro de pinturas es tu corazón
Has venido a cantar,
Haces resonar tus tambores,
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
Alegras a las gentes

Tú sólo repartes
Flores que embriagan
Flores preciosas.

Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
Alegras a las gentes.

Poneos de pie

de Nezahualcóyotl

¡Amigos míos, poneos de pie!
Desamparados están los príncipes,
Yo soy Nezahualcóyotl,
Soy el cantor,
Soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico
¡Con ellos ponte a bailar!
Tú eres mi hijo,
Tú ere Yoyontzin.
Toma ya tu cacao,
La flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Hágase el baile,
No es aquí nuestra casa,
No viviremos aquí
Tú de igual modo tendrás que marcharte.

Canto de la huida

de Nezahualcóyotl

(De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco)

En vano he nacido,
En vano he venido a salir
De la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
Que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!

¿Habré de erguirme sobre la tierra?
¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí

¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?

¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
Sólo vivo con la cabeza inclinada
Al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.

¿Cómo lo determina tu corazón,
Dador de la Vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
Estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?

¿Es verdad que nos alegramos,
que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos
Y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos así somos menesterosos.
La amargura predice el destino
Aquí, al lado de la gente.

Que no se angustie mi corazón.
No reflexiones ya más
Verdaderamente apenas
De mí mismo tengo compasión en la tierra.

Ha venido a crecer la amargura,
Junto a ti a tu lado, Dador de la Vida.
Solamente yo busco,
Recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir;
Sólo una vez perecemos,
Sólo una vez aquí en la tierra.
¡Que no sufran sus corazones!,
junto y al lado del Dador de la Vida.

Epitafio para un poeta

de Octavio Paz

Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.

Elegía interrumpida

de Octavio Paz

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
"saluda al sol, araña, no seas rencorosa..."

Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.

El pájaro

de Octavio Paz

Un silencio de aire, luz y cielo.
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.

Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.

El desconocido

de Octavio Paz

La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.

La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.

Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.

Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.

Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.

Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.

Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.

Dos cuerpos

de Octavio Paz

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Acabar con todo

de Octavio Paz

Dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.

Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.

Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.

Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.

Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.

El brindis del bohemio

de Guillermo Aguirre y Fierro

En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.

A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos
del grupo, y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "feliz año nuevo"...
Una voz varonil dijo de pronto:
-las doce, compañeros;
digamos el "requiescat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos...

- Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiere a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.

¡Bravo!, dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y substancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por... Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso...

Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía...

Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.

-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata...
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague...
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones, y reír, y todo.

Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.

Sólo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro,
de noble corazón y gran cabeza;
aquel que sin ambages declaraba
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos lados estrechado, alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
los inundó en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:

-Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía;
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre, bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella...

El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.

Haz click sobre la imágen: Video - Audio de El brindis del bohemio...
Voz de Manuel Bernal

Maistrito de Pueblo

de Abraham Rivera Sandoval

Que ya te dije que no
y tus caprichos no acepto,
Aunque me dejes de hablar,
aunque te sientas molesto;
Y aunque me hagas sentimiento
no he de darte mi permiso...
Antes, té lleno de cuero.

Tanto dinero gastado,
Tanto celo, tanto empeño,
La primaria, secundaria,
Prepa y curso propedéutico.
Tanta hablada de tu parte
Con todos tus compañeros
Diciendo... que tú serías
Un profesionista bueno,
Que ibas para licenciado
O que si no... serías médico,
Contador, militar, cura,
Político o ingeniero.

Y hoy que estás como chiflado
O loco te estás volviendo
Me sales de babosote
Con la idea de ser maestro.
Tanto dinero gastado...
Tanto afán y tanto empeño
Tantas felicitaciones
De amigos y compañeros,
Para que hoy... con gran cinismo
Tú me digas... ya no quiero
Llegar a ser burgués cursi
Si no preciado maestro.

¿Qué, no te va a dar vergüenza
de rebajarte tan feo?
¿Qué no vas a sonrojarte
de bajar a tal empleo?
¿MAISTRITO?... que grande cosa,
que dignidad... que talento...
que porvenir... que importancia,
que prestigio... que abolengo.

MAISTRITO DE ESCUELA... un torpe
Que nada sabe de cierto,
Haragán, irresponsable,
Vago, pobre... un majadero.

MAISTRITO... sólo un don nadie
Un vulgar vago de pueblo,
Que va a organizar plantones,
Marchas, huelgas y jaleos.
Un flojo que sólo quiere
Ganar dinero y dinero
Sin importarle a los niños
Ni sentir el magisterio.
Que no venera a la patria
Hombre ruin, politiquero,
Pues para él sólo es valioso
Pasarla de mitotero.

Explíqueme... licenciado
Dígame usted, ingeniero
¿Qué va a enseñarle a los niños?
¿ Cómo va a orientar al pueblo?
¿Cómo va exponer su clase
a los niños de primero,
si usted no sabe contar,
ni jugar, ni estar contento,
ni sabe del trato amable
y menos contar un cuento
y sólo sabe vestirse
más o menos de... cirquero?

Muy sabihondo el hombrecito
Que ni quebrados, ni enteros,
Ni decimales, ni nada,
¿Sabe el señor embustero?
Conque... ya dije que no
Y no me siga moliendo...
Que normal, ni que normal...
No quiero que seas maestro.
Antes te llevo al ejido
Para que seas jornalero
Pa’ que el sol te dé en el lomo
Y te pongas fuerte y prieto.

ASI ME DIJO MI PADRE
Y YO QUE MUCHO LO QUIERO
BAJE LA FRENTE Y SALI
DICIENDOLE... ESTOY DE ACUERDO
YO SERE LO QUE USTED DIGA
EN VERDAD... SE LO PROMETO
PERO... YA NO ESTE ENOJADO
PUES LE HACE DAÑO... Y ME APENO.

Salí a la calle, vagué
Por las calles y los huertos,
Por el jardín, la placita,
Por la iglesia y el colegio...
Miré a los peones cansados
Sudorosos, sin aliento,
Poniendo sobre un papel
Sólo la huella del dedo.
Vi a las mujeres descalzas
Cargando leña del cerro,
Y vi niños, muchos niños
Hurgar en los basureros.

Recogí desesperado
A esa gente de mi pueblo,
A esas gentes sin fortuna,
Sin rendición, ni consuelo.
Los metí en mi corazón,
En mi entraña, en mi cerebro,
Les di patria en mi conciencia,
Y me confundí con ellos.
Allí frente a aquellos niños
Frente a esos niños enfermos,
Pensé que eran angelitos
Despreciados por el cielo.
Miré que no tenían alas
Los miré casi sin cuerpo,
Angeles sin un hogar,
Sin virgen, sin padre nuestro.

Y pensé... si me aferrara
A ser licenciado o médico,
Contador, conferencista,
Sacerdote o ingeniero,
¿Cómo podría despertar
la conciencia de mi pueblo?
¿Qué les favorecería
que yo lograra alto empleo,
Sí ni justicia, ni amor,
ni palabras de consuelo
podría darles y ofrecerles
para calmar su tormento?...

entonces volví a mi hogar,
todo lo tenía resuelto,
llamé a mi padre y le dije:
“Yo a usted mucho lo respeto...
comprendo sus sacrificios,
Sé de sus ansias y sueños.
Pero hoy... quiero que me escuche,
Por favor... sólo un momento.

Si quiere que sea feliz
Y desea que sirva al pueblo.
Si quiere que colabore
Para mejorar a México.
Si usted quiere que mi vida
La dedique a lo que quiero
Luchando por la igualdad,
Por la ciencia y el progreso...
Deje padre, que yo tenga
La profesión con que sueño.
Deje que yo sea feliz
Con mis niños sin colegio.
Deje que con mi vocación
Se torne clase y recreo,
Que sea lección de cariño,
Que sea canto, que sea verso,
Que pueda yo ser lucero
Con la luz del alfabeto.

Que pueda ser manantial
Que sacie la sed del pueblo.
Déjeme sufrir... luchar,
Déjeme vivir con ellos
Para lograr educarlos,
Para construir un colegio.
Déjeme padre... que luche...
Deme permiso le ruego
Para sembrar esperanzas,
Para apuntalar anhelos.
Deje que forme una escuela,
Escuela a los cuatro vientos,
Escuela de libertades
Donde haya luz y contento.
Deme permiso papá...
Que yo sea un maistrito de pueblo
Que marque programas justos,
Que trace caminos nuevos.
Deje que siembre la miel
Deje que propicie el vuelo
De esa águila que parece
No tener alas ni aliento
Deje que escuche mi voz
El militar, el gobierno,
El sacerdote, el artista,
El paria y el jornalero,

Si ya mi hermano es doctor
Y el mayor ya es ingeniero,
¿Porqué no permite usted
que yo... me torne maestro...
Sí ellos en su ingratitud
ya han formado un mundo nuevo
de explotación, de egoísmo,
de lujos y de dinero.
Si de usted se han olvidado,
Si ya no vienen al pueblo,
Y en su situación burguesa
Gratitud y amor han muerto.
Si ellos saben que aquí, en casa,
Hay pobreza y hay apremio,
Porque ni por caridad
Lo atienden cuando está enfermo?...

Mi padre quedó pensando
Silencio guardó un momento...
Luego me abrazó y me dijo
Si... muchacho... te comprendo:
Vete a luchar hijo mío
Yo esperaré tu regreso,
Sabiendo que traerás cosas
Logradas con fe y empeño.
Cuando vuelvas hijo mío
Vamos a estar muy contentos
Y se llenará la casa
Con tu amor y tus pequeños.
Si aquí no me encuentras,
Sé que tendrás el consuelo
De volver a esta tu casa
De regresar a tu pueblo.
Yo sé que vendrás por verme,
Tú vendrás por este viejo
Y querrás con toda tu alma
Enseñarme el alfabeto.

Más si aquí no me encuentras
Ve a buscarme al cementerio
Y ahí sólitos los dos
Envueltos en el silencio
Me dirás de tus afanes,
De tus luchas, tus proyectos,
De tus sencillas tareas
De tu honor y de tus éxitos.
No me traigas flores, hijo,
Yo sé que no las merezco,
ni cruz, ni ceras, ni nada,
sólo quiero tu recuerdo.

ANDA HIJO MIO... vete ya .
México espera tu esfuerzo,
Te espera el hombre ignorante
Y los niños macilentos,
Yo aquí me quedo esperando
Con orgullo verdadero,
Porque sé que cumplirás
Ser prestigiado maestro.
Anda hijo mío... vete ya.
Que si de momento muero
Con orgullo gritaré:
MI HIJO... ES MAISTRITO DE PUEBLO.

Ese

de Abraham Rivera Sandoval

Villa de Ayala, Mor., a 15 de mayo de 1973


Ese que va por la calle o por la ruta escarpada,
Sobre el polvoso camino o la cuesta solitaria.
Ese que va a los lugares de la provincia lejana,
Que lleva sed en los labios y un manantial en el alma.

Ese que come mendrugos predicando la abundancia,
Ese que clama justicia aunque justicia no haya.
Ese que prodiga amor y que nunca amor alcanza,
El que regala sonrisas, el que consuela, el que ama.


Ese que el mundo construye, el que en silencio trabaja
Dejando siempre la vida sobre el ara de la patria.
Ese que apura la copa de la ingratitud amarga,
Para morir en silencio, solito, con su esperanza.

Ese que cultiva mieses que ilumina la alborada,
Ese que enciende las luces en las mentes y en las almas.
Ese que comprende penas el que problemas allana,
El que dirige inquietudes, el que las almas inflama.

Ese que ilumina ideales señalando la lontananza
La paz y la libertad que sueña la especie humana.
Ese que transforma al hombre, ese que redime al paria,
El que cimenta naciones, el que la gloria arrebata.

Ese que como JESUS lleva cruz dura y pesada,
Que lleva pálido el rostro y la frente coronada.
El que va por el camino fija en lo alto la mirada,
El del corazón inmenso, el de la eterna palabra.

Ese que va por el mundo con un nudo en la garganta,
mientras guijarros y espinas punzan y sangran sus plantas.
Ese incomprendido ser, el que por la calle pasa
Bajo una lluvia de escarnio de la gente congregada.

Ese que recibe el golpe, la blasfemia y la pedrada,
O el oscuro de la entrega de una humanidad ingrata.
Es eque sana el dolor del que vaga en la ignorancia,
Ese que al pueblo le dá con la vida, la esperanza.

El que multiplica panes, el que eleva la plegaria
Dictando ejemplo de fe sin importar la borrasca.
Ese que es luz permanente, ese que siempre es fontana,
Ese que es lección eterna, ese que es perfume y flama.

Ese que el mundo desprecia y que falsamente aclama,
Ese que va por la vida sembrando espigas y palmas.
El que interpreta el encanto de los niños en el aula,
Porque asimila el concepto de lo que es honrar la patria.

Ese que poquito a poco va perdiendo la prestancia
El que imperceptiblemente ve que su vida se acaba.
Ese que al sepulcro irá sin muchedumbre enlutada y que no tendrá banderas tricolores, a media asta.

A ese que sólo el olvido lo cobijará en la nada
Ese es el má simportante porque de todo es el alfa.
Ese ser que es corazón, ese ser que todo es alma,
Ese... ese... ese eres tú: OH, MAESTRO DE PRIMARIA.

ESE

Villa Ayala Mor., a 15 de mayo de 1974

Ese que va silencioso por el angosto sendero,
Ese que poquito a poco su vida dio por el pueblo,
Ese que marcha vencido por el trabajo y el tiempo,
ese que va fatigado porque ya no aguanta el pecho,
que los años ya le pesan, que le pesa el sentimiento...
Ese es el joven que un día se enroló en el magisterio.

Ese que arrastra los pies al caminar con esfuerzo,
Que luce en las sienes canas porque le llegó él invierno,
Ese de mirada triste, de ojos opacos y muertos,
Que con labios temblorosos tal vez, musita un rezo,
Ese que va por la calle la dura cuesta subiendo...
Ese fue el joven que un día fue el más querido maestro.

Ese que tiene problemas por conseguir el sustento,
Ese que cobra un mendrugo porque ya no cobra sueldo
Que con mano temblorosa firma en el renglón ajeno
Porque sus ojos no miran como vieron hace tiempo,
Ese que va por la calle cargando su sufrimiento,
Ese fue el joven que ayer tuvo vigor y talento.

Ese que va paso a paso como buscando el sendero,
Ese que sostén no tiene en ningún agrupamiento,
Ese que cierra los ojos para acariciar recuerdos
Y que a doquiera que va recibe burla y desprecio,
Ese que viene hacia tí abandonado y enfermo...
Ese fue el líder de ayer... que no lo enfangó el dinero.

Ese que sólo se alegra con el lejano recuerdo
De aquellos gloriosos días en que en todo era el primero,
El que recibió medallas, el que obtuvo el Primer Premio,
El que por su gran valía representó a nuestro suelo.
Ese que ayer fue un atleta gallardo y digno de aprecio...
Esa vida ya se apaga como se apaga un lucero.

ESE que ahora es sólo sombra que va de la vida huyendo,
Con una linda Medalla de ALTAMIRANO en el pecho
Míralo bien, juventud, mírate en él, compañero
Y una flor de tu cariño ofrécele con un beso
Que sobre su mustia frente o sobre su blanco pelo
Será su mejor regalo en este día del maestro.
Pensando que en el futuro como él serás, de seguro:
Jubilado o pensionado, una sombra que se fuga.

Que mañana al no existir en este mundo terreno,
De este ser que supo amar, que no quedará ni el recuerdo,
Y sobre el tosco ataúd del que fuera un gran maestro,
Una flor y una medalla se perderán en el tiempo,
Mientras alguien como yo, con su jarana de pueblo,
A la vida y al dolor seguirá cantando versos.
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