En los primeros años de esta década, se da un fenómeno singular en la literatura peruana, al entregarse varios de los premios internacionales más importantes a escritores peruanos. Pudor, segunda novela de Santiago Roncagliolo, quedó como finalista del Premio Herralde, y fue luego publicada por Alfaguara en 2004 con un audaz márketing editorial. Más tarde, con Abril rojo, publicada en 2006, obtiene el premio de novela otorgado por esta misma casa editora y se convierte en uno de los escritores más exitosos del momento, pues consigue un lugar para los editores más influyentes del idioma. Aquello ya ocurría desde años antes, cuando Alfredo Bryce obtiene con El huerto de mi amada el Premio Planeta, otorgado por la editorial más poderosa de España y una de las mayores del mundo. Jaime Bayly, criticado por el carácter claramente comercial y reproductor de estereotipos sociales de sus novelas, es finalista del Premio Planeta en el año 2005 , mientras Alonso Cueto obtiene el Herralde con La hora azul.
Del mismo modo que existe un resurgimiento internacional y reconocimiento de autores como Watanabe, Thays, Roncagliolo, durante los últimos años se ha dado un proceso interno que involucra a autores más vinculados a la cultura andina. Es a raíz de una famosa una problemática establecida mediante sucesivas publicaciones en diarios peruanos entre los escritores denominados 'criollos' (que incluyen a la mayoría de narradores reconocidos internacionalmente)y los 'andinos' que se dio a conocer la nueva generación de escritores andinos gestados en provincias. Estos escritores se asimilan al sistema literario peruano, vinculándose con la narrativa indigenísta (y regionalista) de los años 40 (en particular surgen vinculaciones con Alegría y Arguedas), la obra de Manuel Scorza y la narrativa regionalista de los años 70 (Eleodoro Vargas Vicuña, Carlos Eduardo Zavaleta, Edgardo Rivera, el grupo Narración), pero bajo cánones distintos. Se deja de lado la idea de 'compromiso' de Narración por ejemplo, y se privilegia una reconstrucción del pasado a través de un proceso de ficcionalización de la historia, retomando aquí, un punto explotado por la nueva narrativa hispanoamericana y el boom, son los primeros en tratar el proceso de guerra interna (1980-1993) que marcó al Perú desde una perspectiva literaria (Rosa Cuchillo de Óscar Colchado). Su inserción en el mercado literario nacional es además, distinta a los narradores capitalinos, ya que la difusión de sus obras se realiza principalmente en provincias y en formas alternativas (ferias regionales, conciertos folklóricos, periódicos o revistas de tiraje limitado). Fuertemente marcados por la oralidad y tradiciones andinas, los nombres más conocidos son Óscar Colchado, Félix Huamán Cabrera, Zein Zorrilla, entre otros.
1 comentario:
Daxias amios me ayudaron muxo en mi tareaaaa jeje
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