Enséñame tus manos, Aquéllas manos de hombre
Que prodigan caricias en las noches de invierno.
Manos que recogen flores, que secan lágrimas,
Que buscan a la amante cuando regresas de la guerra.
Enséñame tus manos, las que un día me amaron;
Manos buenas, sin mancha, sin huellas de sangre,
Que protegen al niño cuando duerme en paz y dulcemente,
Que tocan la guitarra en medio del ruido de las balas.
Enséñame tus manos que ahora estoy hambrienta de caricias
Esperando que me ames como todos los días cuando estabas conmigo.
Muéstrame las caricias que guardas desde el día en que te fuiste;
No me niegues tus manos porque me siento sola y triste.
Enséñame tus manos ahora que me pesan las mañanas.
Dame a beber en ellas una gota de agua para mitigar mis penas.
No me abandones en medio de la nada… enséñame tus manos
Ahora que aún siento que late el corazón y que estoy viva.
Enséñame tus manos porque aún las aves cantan en mi ventana;
Déjame despertarme con una sonrisa de alegría en mis labios,
Como en aquéllos tiempos en que el jardín tenía miles de olores nuevos.
Alégrame la vida cuando sienta tus manos clavadas en mi carne.
Enséñame tus manos y nunca más te alejes, quédate aquí a mi lado
Como se queda el aire, como se queda Dios…para siempre.
Recorre con tus manos mis montes y mis valles
Y en una tarde alegre, dime que ya no volverás más a la guerra.
Martha Lucía Perea Gómez
País de Origen : Colombia
Edad : 52 años
1 comentario:
Me gustó mucho lo que escribiste.Felicidades.
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