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El escritor abre la puerta

En medio del silencio de la noche, alguien pulsó el timbre de la puerta de la casa del escritor frustrado y perseverante. Una frustración nacida en el seno de la perseverancia; una perseverancia forjada en las entrañas de la frustración.
El escritor, que consumía los últimos minutos de su enésimo día de esfuerzo infructuoso delante del ordenador, se incorporó como un autómata y se dispuso a abrir la puerta. Sabía por experiencia que, a unas horas tan intempestivas, sólo la urgencia se atreve a importunar la intimidad del prójimo. “Y la tomadura de pelo también”, susurró una voz en su oído. El hombre, a mitad del pasillo, vaciló.
Pero el visitante, que parecía saber que dentro de la casa se encontraba un escritor frustrado y perseverante, insistió en la llamada.
Éste, picado por la curiosidad, se dirigió a grandes zancadas al vestíbulo y, sin dudarlo, abrió la puerta.
-Buenas noches –en el rellano de la escalera le saludó un estrafalario sujeto, de edad indefinida. Iba tocado con un sombrero hongo y de su boca colgaba una pipa de cuya cazoleta emergían unos arabescos de humo, como si dentro se encontrase la mano de un artista. Un personaje que parecía venir de muy lejos, tal vez de las páginas de una novela de realismo mágico.
-¿Quién es usted?
-Su perseverancia ha alcanzado su cénit. ¿No me reconoce?
El escritor examinó al extraño visitante durante unos segundos.
-Pues no caigo.
-Pronto caerá; pero, antes, déjeme pasar. No hay tiempo que perder. Faltan seis horas para el alba, y sólo dispongo de esta noche, su noche. Hay que aprovecharla. Los minutos vuelan.
-No entiendo nada. ¿Quién es usted?
-El protagonista del libro que todavía no ha escrito. ¿Me deja pasar?
-Adelante.
El personaje cruzó el umbral, y el escritor perseverante cerró la puerta. La frustración se había quedado fuera.



Autor: Salvador Robles
52 años
Bilbao (España)

1 comentario:

Marymar dijo...

Un relato que nos toca. Los que escribimos sabemos que la inspiración no llega cuando nosotros queremos, sino que lo hace de improviso, y generalmente a mitad de la noche. Excelente relato, con un remate imprevisto que desenmascara el tema, en principio velado.

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