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Manicato

de Antonia Blasa Martín Pérez

Capítulo V
Éxtasis


Maka come de mi plato y bebe de mi copa.Costumbre esta que compartimos casi desde que nos encontramos aquel septiembre;ella moribunda y yo emocionada.
Prueba mi comida y si le gusta ,hace su banquete.Degusta mi bebida y si le complace,hace festín.¡Pobrecilla Maka de mi corazón!.Casi le cuesta la vida esta afición.
Un día probó de mi copa el vino dulce,despojo de un tardío encuentro de aniversario.Mi Maka no sabe de vicios,ni de vinos...solamente es catadora inconsciente y ahí comenzó esta desventura donde mi responsabilidad perdió toda la cordura.Mi vino dulce la conquistó...y la embriagó.Cayó desmayada ,yerta,exámine cuerpecillo,anestesiado ,ofreciendo un grotesco cuadro de embriaguez.La lengua fuera del pico,los ojos entreabiertos,las paticas extendidas y su menudo cuerpo sin aliento,estirado y feo:la muerte parecía haberla robado.Mi irresponsabilidad casi llevó a Maka a su último vuelo,no hacia el sol,sino hacia el interior de la tierra.
No respondía ante mis lamentos;ni al café amargo,ni al agua helada sobre su cabecita caída...¡Se moría mi cotorrita!.Pasaron varios minutos que se transformaron en horas,antes de que mi avecilla diera los primeros síntomas de reanimación;y siglos antes de que sus oscilantes paticas sostuvieran a su desmadejado cuerpo.¡Maka se embriagó con mi vinillo dulce!.
Ahora al evocar aquel episodio,resulta simpático;pero ese funesto día asistí a un espectáculo irreverente y despiadado.Le he pedido disculpas en todos los tonos.Ella me ha perdonado...porque sigue besando mi boca y cantando para mí.Yo no me perdono...

Capítulo VI
El milagro


Mi adorable avecilla sin vuelo
en estertores de muerte
yace entre mis dedos;
una plegaria en llanto
sube hasta el cielo
y en la mejilla se posa
un lucero
de puro cristal de cuarzo.
El ave bate sus alas,
se va y vuelve,
a refugiarse entre
mis brazos.



Capítulo VII
Miedo


Me duele que no comparta el ruido verde del monte y del palmar;la dejo libre y le digo que está lista para reanudar su vuelo trunco;pero ella no se va.Es mi cómplice y me perdona.Es mi almohada y no me abandona.
Pero yo adivino cuando el sol hace brillar su plumaje,que extraña el retozo de los árboles con el viento aunque no lo conozca(pero lo sueña);intuyo que algún oculto instinto la llama a través del aire que le trae trinos alegres de las aves no cautivas,aquellas que reinan en jaula abierta de manigua y amaneceres cantarinos.
Temblando le abro la puerta.Ella lo sabe,porque bate sus alas con alegría o pesar tal vez;pero no traspasa el umbral.Le hablo quedito:"¿A quién le cuento mis cuitas si tú te vas?.Tengo un miedo enorme de perderte y me estoy muriendo porque te quedes.Tuyo es mi corazón.Aquí no hay jaulas para tu cantar,aquí está la cumbre de mis hombros,refugio para tu anidar".Pienso que me entiende porque no se va...pero yo adivino en su plumaje que parpadea cuando el sol la invita,que un afán secreto algún día la incitará al vuelo.
Y yo me consuelo con su presencia insegura.Ropaje suave de pluma verde para mis dedos fríos,piar armonioso para aplacar mis llantos,sostén de mis besos inquietos.Maka verde de pluma y canto,no me dejes nunca.Ni jaula,ni enojo para tu inocente dulzura cautiva de mi boca,tu cuerpecillo tibio calienta el frío de mis venas en soledad y me ayuda a alentar el gélido cierzo de mi andar cansado y perdido (y también cautivo)...pero le abro la puerta para que compita con el sol y ella...¡Ah,misericordia!,opta por la jaula de mi amor que son mis besos.Te amo,Maka...Tengo miedo.



(continuará ...)

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