Con la perseverancia de semilla
las manos interrogan la palabra
que cae bajo el peso de las cosas
y transportan cansancios de la sangre y los huesos
la dulce muerte mínima
textura, impactos, roces
abrazos de las formas.
Manos viajeras
en los pasos del tiempo.
Mis manos acarician la seda de la nieve
reconocen arenas del camino, verde de las riberas
desaplican las cartas, cascan nueces, aplauden
soportan asperezas, doblan colchas
trenzan lazos, escriben
se vuelven rojas, pálidas,
se estremecen antes y después de la cocina,
del jabón, del carbón.
Obreras en cortejo
hacen café, rebanan zanahorias
sirven almuerzos, planchan
encienden los candiles
y ponen a bailar la batidora
En las mañanas,
incluidos los domingos amados
ellas nunca se aburren, diligentes
acarician el árbol
y con algo de prisa saludan
a un dama de paso
Acarician el ceño de una frente dormida
entreabren la persiana y cierran los balcones
para no interrumpir la muerte mínima
Arrojan en la alfombra los dibujos, los libros.
En las noches
luego de innumerables gestos me acompañan
sentándose conmigo en el sillón
Sin reposo
pasan páginas, cosen
dibujan geometrías en el aire
y lucen sus pulseras.
Quisiera reposar en mis manos ahora
No deseo sentir el frío del volante
o la mínima curva del teclado
Prefiero las tijeras de podar
sin hojear las páginas del diario
Ya no soporto
leer la guerra en oriente,
la miseria en el sur, los secuestros al este
los ajusticiamientos, las mujeres golpeadas
Las manos hilan en su rueca de horas
sin importar presagios inquietantes
se yerguen más allá de su indigencia
no llevan cuenta de su desamparo
en este corazón cosido a la galaxia
Si lo hicieran
no se moverían más
no encontrarían el rastro para volver al polen
ni hallarían gozo
en el vórtice de líneas en conflicto
esas coordenadas efímeras del alma
Es tarde
aun en el fondo de la noche
no abandonan su costumbre de amar
reclinan la fatiga en el silencio
y las manos retiran cobertores
sirven vasos de leche
y acompañan las últimas historias
Las hadas y los duendes
las conducen al libro de los cuentos de infantes
y así cumplen su ciclo
eterno de palabras
de Carmen Cristina Wolf
Blog personal de Literatura y Vida http://literaturayvida.blogsome.com
Caracas, Venezuela
57 años de edad.
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