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Dos opciones para vivir

Hoy, –como ayer- han sido dos malos días; pero a pesar de ello no desespera, también sabe que no tardará en encontrar comida tirada, algo comestible que calme un poco el hambre, o un charco que haga olvidar por un instante su sed, no importa que dichos víveres ya hayan caducado, o que el agua estancada no sea de su agrado. Su instinto le indica que sólo estará una vez en este mundo, y debe aprovechar cualquier oportunidad para tratar de no ser tan infeliz. Al menos no está atado o encerrado, muriendo de desesperación por no poder salir a la calle y sentir debajo de sus extremidades el pasto verde del campo, o al viento que una lluvia está anunciando… al menos es libre.
Su vida ha sido tan difícil: gritos, malos tratos, corredizas, peleas con otros canes y pedradas de los humanos; en ocasiones pasan días y apenas prueba sobras en algún basurero. Pero mientras no caiga en las garras de alguna grave enfermedad o sufra un accidente severo, él seguirá siendo el dueño de sus días y noches; sus ojos verán mucho más lugares de quien por tener más “conocimiento”, por ser “racional” y más trabajo agobiante tener, éste lo absorba para poder obtener dinero y así poder al menos comer, y por ello no se de cuenta de lo que su mirada se ha perdido, de los pequeños momentos acompañado de amistades que no se ven a diario disfrutar, o de tomar tranquilamente un café y gozar un libro que lo llevará de viaje sin moverse de su asiento; todo esto lo podría saborear sin pagar, pero no, no puede esto deleitar, ya que el intenso ritmo de su vida no da lugar a placeres, que por pequeños, pero al fin satisfacciones, ya se olvidaron vivir.
Las patas de este ser vivo dejarán huella en muchos territorios, y lo mejor será que no tiene la necesidad de pagar por sentarse donde le plazca y ver los atardeceres o amaneceres; ese sentimiento de asombro hacía lo cotidiano que el ser humano ya perdió, que ya no siente ninguna emoción por estos hechos que al suceder cada día los considera “normales”, o simplemente como un aviso para levantarse o para saber que la hora de la salida del sitio laboral llegó; sin un momento de reflexión para darse cuenta de lo grande que es al ser testigo de dichos únicos acontecimientos.
El cielo será su techo y cualquier callejón su lecho; viajar y viajar, caminar y caminar sin más recato que el cansancio de su cuerpo. Su mayor preocupación va a ser llevar algo de comida al estómago; más a pesar de todo esto sabe que tiene lo que muchos seres en este planeta anhelan y otros poseen sin valorarla, solamente si la perdieran se darían cuenta cuan grande es, y no es que se vivan presos por no tenerla, también se puede perder si se vuelve alguien dependiente, si su cuerpo necesita de otros para siquiera poder moverse, o lo que es peor: para actuar según lo que otros piensen, lo que otros dicen; esa palabra que define el poder disfrutar de la existencia se llama: libertad.
Lo que sus ojos ven en cada día es distinto a lo que observaron ayer; no tiene horario para despertar o dormir, no tiene prisa por a alguna actividad llegar, y lo mejor de todo: no tiene que soportar reproches por no actuar como los que de género son; todo eso se lo da su libertad.
Más si no disfrutara lo que tiene, lo único que nadie le va a quitar, sería un perdedor por no haber sabido valorar –con todas sus restricciones, la oportunidad de haber nacido, de haber visto la mayor creación del universo y haber sido partícipe de la misma- de todos modos sino está a gusto con su vida, si se la pasa quejándose de no haber tenido agua limpia para beber o una cómoda casa donde habitar y comida que saborear, el único que perdería sería él; porque el mundo seguiría –con o sin él- su proceder.
Le guste o no, tiene que abrir los ojos cada amanecer, de todos modos tiene que transitar para saciar su sed; tiene dos formas de hacerlo: lamentándose por su mala fortuna, o ir con la esperanza de conocer algo nuevo de su mundo, de tener el anhelo de un pedazo de carne tirado encontrar sin éste haberse echado a perder, algo que no haya visto o algo nuevo que no ha sentido, eso hace mágico en este lugar estar; quien sabe si mañana tenga fuerzas para levantarse... quien sabe si siquiera vivirá otro día, así que hoy no lo va a desperdiciar con lamentos, va a vivir y no a maldecir..
Si está mal con la vida el único perdedor sería él... los días con él o sin él seguirán teniendo el sol en la mañana y cerrarán con la luna al anochecer… todo esto con él o sin él…



Autor: Filiberto Enríquez Sedano
País: México
Edad: 45 años



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