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El experimento

Relato de terror

Tal vez el nuestro sea un existir sin sentido, no lo sé, sólo sé que a veces la obsesión nos lleva por mal camino, se apodera de nosotros como un eterno vicio, sólo que ésta obsesión es de un miedo verdadero, miedo que todos deberíamos tener al acostarnos, al respirar, al despertar. Cuándo y porqué, son ya muchas incertidumbres para ésta pequeña mente angustiada, ni la ciencia, ni todo nuestro potencial podrá salvarnos, no hay dónde correr, no hay dónde esconderse, tarde o temprano la muerte nos alcanzará a todos, la pregunta es: Hay algo más allá?
Me carcomían por adentro las preguntas, fluían una a una las ideas para terminar con las paradojas, -Porqué?-, me preguntó Sofía sin entenderlo, pero no es muy difícil de entender, no quiero prestarme al juego de Dios, no soy su esclavo ni su marioneta, o al menos eso me gusta creer.
Vencido caminaba bajo la lluvia, desde niño todos quedaban maravillados con mi lucidez mental y mi rapidez para resolver problemas, pero todo empezó al perderla, luego de eso la curiosidad se volvió necesidad, necesidad de saber, necesidad de seguir, y para seguir no necesitaba más dolor, necesitaba empezar a obtener verdades, certidumbres, tan sólo necesitaba saber que ella se encontraba bien donde quiera que esté.
De pronto mis ojos inocentes cayeron a la realidad, siempre amé a Sofía y por eso pensé que Dios jamás me la quitaría, pues ahora lo sé, nadie es intocable ni siquiera el amor de mi vida, y mis días siguieron pasando como cada día de antes, sólo que esta vez estaban teñidos de muerte irrevocable, y trato de aferrarme a los últimos recuerdos, trato de aferrarme a su olor, a su voz, pero nada, sólo el aire solitario, ni una señal, ni siquiera un ruido pasajero que me haga pensar que tal vez está aquí, la soledad suele ser tormentosa, fue mi elección amar sólo una vez, siento que fue adrede su partida, que quiso enseñarme algo, no quiero aprender, solo quiero estar a su lado, compartir cada minuto de ésta vida miserable y fingir que pese al resto del mundo somos felices, pero no se puede ser feliz en ésta tierra, pues creo que nacimos justamente para sufrir, y no hay peor sufrimiento que perder a un ser amado, realmente no lo hay!, ni el desamor, ni la violencia física se comparan a la impotencia de no poder volver el tiempo atrás para suplicar que por favor no te abandonen, que te rindes en éste juego siniestro de “ a ver quién sufre más”, sinceramente no me gusta sufrir, ni quiero aprender, ni enseñar, ni viajar, ni ganar dinero, mis ambiciones son muy limitadas, sólo quiero paz, y para tener paz te necesito, o al menos necesito saber que estás feliz donde quiera que ahora estés. De qué me sirve ésta mente que muchos creen brillantes sin ti?, en realidad de qué me sirve vivir la vida misma sin ti?, se supone que venimos para lograr ser felices, pues no tengo chance alguna, te he perdido y no hay vuelta atrás, sin ti no existe la felicidad, no soy digno de vivir porque nunca lograré tal fin, entonces porqué vivir?, nada tiene sentido en éste mundo que gira sin incluirte, desde el primer sol que mi brillar sin tu presencia supe que hasta el tiempo es hipócrita, es el único que sabe seguir su rumbo aún cuando el mundo entero se esté derrumbando, y mi mundo entero se derrumbó sin ti, pero el tiempo siguió sin preguntarnos y su deslealtad me partió el corazón.
En el vació y desesperación de mis pensamientos trataba de encontrar una salida, sabía que en aquél cajón yacía tu cuerpo, pero también sabía que ya no eras tú la que estabas allí, comprendí así la diferencia entre cuerpo y alma, nada podía hacerte regresar aunque todo mi saber científico pudieran mantener tu cuerpo tibio y tu corazón latiendo, el morbo recorrió mis venas tentándome, guardé en silencio mi último intento de respeto por las leyes de la naturaleza y dejé partir las sobras del envase que te retenía , te dije adiós sin saber si me escuchabas, te acaricié sin saber si me sentías, pero así comprendí también el segundo concepto que aprendí, la fe, la fe es lo que necesito para seguir, fe en que realmente me escuchaste y me sentiste decirte adiós, sin fe hoy yo no estaría aquí, sin fe enloquecería, pero no quiero confundir las cosas, no quiero mentirme a mí mismo para apaciguar el dolor, ahora le exijo a Dios que me dé señales de que existe, y si no las buscaré yo mismo, sé que algo se me ocurrirá, se que algo inventaré para saber si existe vida después de la muerte.
Daba vueltas alrededor de mi habitación, esperando lo que Buda llamaría el despertar, lo que Sócrates llamaría Mayéutica, o arte de dar a luz a la verdad, cayó hacia mi como agua en una pendiente y yo estaba allí esperando su sabiduría, me dije: - Tal vez haya alguna manera, algún aparato para comunicarme con los muertos, yo podría crearlo, si los espíritus son energías malas y buenas, voy a inventar un aparato que pueda leer ésas energías e informarme, para romper con éste misterio.-
Mis días comenzaron a tener sentido, con los últimos ahorros que me quedaban de cuando trabajaba como científico empecé a construir mi experimento, mi invento, “la máquina rastrea energías del más allá”, mi obsesión se había vuelto mi razón de existir, faltaba poco ya para terminarlo, demoré dos semanas en plasmar mi idea en una hoja, y un mes en encontrar los materiales necesarios, sólo faltaba darle forma, así que elegí la forma de un arma de fuego con una pequeña pantalla en su lado superior que trasmitía imágenes de la energía captada, una energía buena se vería verde y una energía mala se vería rojo, traduciendo, los ángeles se verían verdes y los demonios rojos, no sé qué forman tendrían pues nunca había probado la máquina antes, era momento de hacerlo.
La primer noche en que terminé la máquina no pude dormir esperando la tarde del siguiente día, me quedaría en el cementerio cuando todos ya no estén para probar mi invento, el experimento debía salir impecable, sin ningún error, debía esconderme al esconderse el sol en el ocaso para que los cuidadores del cementerio no notaran mi presencia al cerrar con llave los portones de entrada, y todo salió tal cual lo planeé.
A veces sentía miedo de jugar con tales cosas, pero luego la recordaba y el dolor volvía a carcomer mis entrañas, no era lo suficientemente valiente para acabar con mi agonía, tan sólo me enfoqué en descubrir, observar, experimentar con todas éstas cosas y teorías, si realmente había algo después de la muerte debía descubrirlo, necesitaba enterarme, autoflajelarme ya no me servía para tapar mis culpas, sólo volver a ver su rostro diminuiría en mi el grado de locura que me arrastraba hacia el abismo después de su muerte.
Como una loco me zambullí entre las lápidas de piedra, nadie se dio cuenta al cerrar la puerta principal que estaba yo allí, esperando a que todos se fueran, cuando llegó la noche dejé de esconderme y puse en marcha mi experimento, tomé el aparato, al que nombré Sofía, como mi amor y como la sabiduría, y lo encendí, enfoqué con él varias partes del cementerio y nada ocurrió en la pequeña pantalla capta energías, me senté en un confortable escalón de mármol que se encontraba muy lejos de la entrada principal, siempre observando, sin miedo, con esperanza de que pronto vería imágenes y sentiría sonidos provenientes del Sofía.
Poco a poco el cansancio me venció, era una de ésas noches frías en la que uno quisiera estar calentito en su cama, quise irme por un instante pero al final quedé dormido en el helado escalón de mármol, mi sueño fue tan profundo que parecía estar bajo el efecto de la anestesia, sin embargo eso no me prohibió escuchar mis sueños que parecían provenir desde el exterior de mi cabeza: -Aléjate de los muertos!- exclamaba mi amor en una de las tantas pesadillas que tuve ésa noche, se veía asustada y desesperada y repetía varias veces lo mismo – Aléjate por favor ahora de los muertos!- De pronto desperté, transpirado y angustiado, no podía sacar de mi mente la imagen de mi amor y sus ojos negros mirándome advirtiéndome que pronto saliera de allí, eran las dos de la mañana, comencé a asustarme y poco a poco con mi linterna que comenzó a titilar por falta de pilas, bueno no sé si por falta de pilas o por algo más, trataba de acercarme hacia la puerta principal y salir de allí inmediatamente, aunque no llegué demasiado lejos, el Sofía destilaba rayos de luz roja y hacía ruidos extraños, entre la confusión de los sonidos podían sentirse casi voces humanas, Maldita sea!, porqué tuve que hacer ése invento!, no podía distinguir en la pantalla formas, sólo luz roja a donde quiera que apuntara con el Sofía, corrí muy fuerte hacia la entrada ésta vez, los nervios me mareaban y casi no podía respirar del temor, las puertas tenían candando pero como eran al aire libre me trepé por ella y salté hacia fuera del cementerio, seguí corriendo como rayo, sin atreverme a mirar atrás, el Sofía quedó tirado en el asfalto a la entrada del edificio donde vivo, pero no quería encerrarme en mi casa después de eso, subí las escaleras hasta la terraza, pues el ascensor no funcionaba, y sentí una brisa detrás de mi, cuando llegué a la terraza comencé a sentir cosas aún más atemorizantes, el viento se sentía a lo lejos fiiiuuuuuu ffffffiiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuuuu fffffiiiiiiiiuuuuuuuuuu, hacía su canto, pero estaba cada vez más cerca y más poderoso, yo sabía que no debía jugar con ésa cosas!, el viento se volvió tan fuerte que ya casi no podía sostenerme en pie y tenía miedo de caer hacia el vacío – Perdón, no volveré a molestar a los muertos!, lo juro sólo quería saber- exclamé desesperadamente, con el aire frío también se sentía un murmullo de voces que decía - el Sofía debe destruirse, el Sofía debe destruirse, el Sofía debe destruirse!-.
Volví a entrar al edificio llorando y pálido de pánico, pero porqué tenía miedo?, si era lo que yo quería?, tal vez nuestra pequeña mente humana no esta hecha para entender cosas del más allá, ya llegará el día de cada uno en el que sabremos sin errores ni omisiones la verdad de todo éste circo de vivir, volví a la calle, vi que sin querer había tirado al Sofía en la calle, ésta vez irradiaba destellos de luz verde, así oí su voz, no sé si fue demencia o desesperación pero mi amor me llamaba, cuando tomé el Sofía entre mis manos, su forma humanoide de mujer estaba plasmada en la pantalla, era ella estoy seguro, sólo yo podría reconocer sus manos, sus brazos y su forma de pararse.
-Sofía, perdóname es que no puedo vivir si tu no vives, no puedo respirar si tu no respiras, todos esperan de mí seguir y seguir es tan difícil!, te extraño tanto y por eso hago todas éstas locuras, y ahora sé que no soy quién para meterme en asuntos espirituales, todavía no es mi incumbencia-, le dije
- Amor debes seguir y no ansiar la muerte, pues algún día todos moriremos, no es cómo ni cuándo morimos lo que nos define, sino la manera en que elegimos vivir nuestras vidas, yo sé que me amas y que es muy difícil para ti, pero tu destino es vivir, sólo trata de hacerlo lo mejor posible y pensar que algún día estaremos juntos- dijo Sofía pero como si fuera una persona más, es decir, no parecía que estuviera hablando con algún espíritu ni mucho menos, era mi Sofía, la de siempre, hablándome como si aún tuviera su cuerpo, y sé que ya no lo tenía, miré el Sofía por última vez mientras el manto de aquélla noche inolvidable casi terminaba, un pequeño rayo de amanecer se asomaba en el este de ciudad, las lágrimas de mis ojos se secaban y sentí una extraña calma apoderarse de mi pecho y de mi estómago, qué podía ser aquélla sensación?, ahora lo sé, logré con terquedad mi cometido, metiéndome en problemas y torturando mi potencial científico, pero sí, era paz lo que sentía, aquélla que me hacía falta para comenzar de nuevo, paz de saber que hay otro lugar más allá, y al destruir el Sofía con fuego, veía lentamente cómo también se quemaban todos mis miedos, sí, me habían perseguido demonios, pero me salí con la mía, creo ser el único hombre en ésta tierra que pudo ver lo que tantas personas creer, la vida no termina con la muerte, la muerte es el comienzo de algo más, pero fue sólo cuando lo descubrí cuando pude obtener mi única ambición, la paz. El Sofía fue destruido por mi, jamás nadie volverá a utilizarlo, sólo me queda contar lo que me sucedió aquélla noche y esperar que gente atormentada como yo en su momento, me crea, para traer también ellos paz a sus corazones.
fin.


de Andrea Belén Rodriguez
Argentina
23 años



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena idea, me hubiera gustado que se extendiera más allá con la parte científica, me encantaría ver la misma historia en forma de novela.
Vero

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