Biografía de Escritores Argentinos Headline Animator

Un Delirio Real

De un momento al otro comienzo a sentir los ojos cansados y que la gravedad funde mis piernas, permitiendo que se hundan en un manto de tranquilidad. Una fuerza sutil me des contractura los brazos a un nivel en que dejan de ser un soporte, y convierte a todo el cuerpo en una hoja que no tiene viento que la mueva y yace en reposo. Hasta que mi eterno enemigo, lleno de números y agujas, me levanta los párpados con la luz proveniente de un queso redondo y triste. No sé porque estoy completamente mojada y rodeada de pequeñas esferas, que constantemente nacen y muere variando su tamaño. Un dolor intenso me indica que estoy flotando en un líquido un poco más espeso que el agua. No consigo ver el horizonte, porque movimientos bruscos de esta sustancia, me sumergen continuamente para luego darme dos segundos en la superficie. Tiempo suficiente para emitir gritos y gestos de auxilio de los que nadie es testigo. Frecuentadas veces conllevan a que el oxigeno comience a abandonarme al punto de sentir un ardor en el pecho cada vez más fuerte y que dificulta el retorno de la profundidad.
Peleo con mi mente para que la desesperación no me deje en jaque mate, a su vez, una voz interior me consuela al recordarme que tiene que existir una solución, pero las piernas egoístas denotan cansancio en su funcionamiento ya que acabo de empezar a compartir el cuerpo con el fantasma del frio. Me endurezco aunque luche por no hacerlo, al mismo tiempo que la bronca se hace la dueña del momento, y, tratando de golpear a la realidad que me rodea, el dolor de una herida abierta me devuelve la fe.
Sentí algo frio y solido…comienzo a palparlo y a seguirlo… ¡No me puede estar pasando esto! Luna sos testigo de que es una enorme y asfixiante circunferencia. El shock de impresión es seguido por un rápido movimiento de abajo hacia arriba, que en vida, me permite sentir como los pulmones se llenan de este liquido denso.
Me estoy muriendo. ¿Cómo llegue hasta acá? La yugular me comprime el cuello sin producir dolor. Saludo sin gestos al fantasma del frio que se aleja en silencio. Elijo cerrar los ojos cuando comienza otra de estas corrientes violentas. Mi agonía es depositada a mayor profundidad que anteriormente.
Definitivamente es mi final, y lo quiero cerrar con la única certeza que poseo…el tener la conciencia tranquila. Por tan importante conclusión, un impulso me abre los ojos, y esto me permite ver que se encendió el queso redondo, y con una cara sonriente, me muestra que siempre nade en oro líquido. Aún así recibo un último golpe de marea que me regala una mano para movilizarme todo el cuerpo. Un suspiro estimulante sienta al oxigeno al lado mío, para que luego de unos segundos, empiece a insistirme para que abra los ojos. Fue todo un sueño… ¡un maldito sueño!, producido por una noche de ebriedad, que me llevo a ahogarme en una botella de cerveza.
Feliz de mi despertar, observo que estoy totalmente mojada y que la cama fue víctima de lo mismo, levanto la vista y la enfoco en el techo…es ahí que veo una burbuja explotar. Confundida, decido que es solo otro sueño y que hay días que no se inventaron para vivirlos.
Las sabanas egoístas comienzan a moverse indiferente a mi cuerpo, ayudadas por el viento que entra por la ventana y que suavemente susurra a mi oído que es hora de levantarse. Tratando de entender los compas impetuosos de las sabanas, se despega de mi interior una gemela transparente, que, en la punta de la cama, me concede una sonrisa malvada, además de, con una sola mano, crear nudos con un lazo invisible que me dejan atada a la cama. Inmovilizada, observo como mi otro yo salta de la ventada a la cornisa de la vecina para luego desaparecer. Acto seguido ingresa un sacerdote a mi habitación, comienzo a suplicarle que me ayude… ¡Perdí la voz!, muevo la boca y no emito sonido. El sacerdote besa mi frente y se va, encerrándome con llave.
¿Porque me pasa esto?...tengo que dormir, son solo sueños…me digo a mi misma buscando reconfortarme. La desesperanza impulsa el alza de mis parpados para así ver que estoy rodeada por todos mis familiares y amigos. Veo que arrojan rosas rojas sobre mi cuerpo todavía adherido horizontalmente al colchón…les hablo pero no me escuchan porque todavía sigo sin voz. El mismo sacerdote que cerró mi puerta con llave, es el que esta vez, cierra mi cajón con una potencia notable.
¡Estoy a oscuras a punto de que me entierren viva!... ¡esto es desesperante!, comienzo a golpear a la tapa que me cubre, grito, pataleo…las lagrimas me muestran que ya no estoy atada pero que ¡no puedo salir!
Pasa el tiempo y comienzo a debilitarme, me cuesta respirar, capaz me desmaye…saco mil conclusiones y una es peor que la otra… ¡encima me pica una pierna! Trato de mandar una mano hacia abajo, increíblemente llego…desaparecieron las paredes laterales del cajón. Elijo ir hacia la derecha, a medida que me arrastro, el sol inicia su luz sobre mí. Aún acostada, percibo su brillo envolviéndome por completo. Decido ponerme de pie justo cuando aparece mi gemela malvada, que me ata nuevamente y con un tono agresivo, me grita que debo portarme bien. Saltando con gestos obscenos desaparece de escena.
Me encuentro acompañada de bosque, registro como si fueran maderas en la espalda…hace mucho calor. Un ruido extraño se oye cada vez más cerca…miro a uno de mis costados… ¡es el tren!
¡¡Pará!! Es lo único que se me ocurre gritar…pero sigo sin voz…muevo histérica todo el cuerpo, los lazos cambian de color pero no se afloja…el sonido es mas cercano. Del lado opuesto al trayecto del tren, vuelve a aparecer mi gemela que se ríe a carcajadas de mi desgracia. Le regalo una mirada de odio, que, de un segundo al otro, se transforma en una mirada de dolor. La cuerda que sujetaba mi mano derecha está rota y cubierta de sangre. El tren está muy cerca. Recapacito y comienzo a desatarme. Escucho que mi otro yo le dice groserías a otra persona, sigo concentrada hasta que veo que un ángel, o alguien disfrazado de ángel, recoge una flecha de al lado mío y sale corriendo.
Comparto el segundo en que el tren ocupa mi lugar y yo hago un paso hacia adelante…me salvo un flechazo de Cupido, aunque ahora solo importa que estoy sana y salva, en el medio de la nada, pero a salvo.
Mientras camino por el bosque, observo que los troncos de los arboles exponen expresiones de miedo o terror, como si estuvieran asustados. Capaz son alucinaciones mías debidas al fuerte dolor de cabeza que tengo.
Sigo caminando hasta que escucho que alguien a mis espaldas grita mi nombre, giro y veo a mi fantasma cubierta con una túnica negra y con el rostro maquillado como de fiesta. Se acerca a mí, destapándose la cabeza y dejando caer su cabello negro sobre los hombros. A su vez, me advierte que ya no tengo salidas y que es lo que me merezco…con el dedo índice de la mano derecha, indica las ramas más altas de los arboles que nos rodean. Resignada a lo que sea, logro ver a héroes de ficción como Batman, Superman, La Mujer Maravilla, entre otros, colgando sin vida y con sus cuerpos llenos de cuervos.
Un fuerte temblor me invade al verla hablar con las hojas caídas de los arboles en un idioma que no identifico. Aprovecho su distracción para echarme a correr hacia no sé donde, cada paso que doy, derrumba los arboles a mis costados. El sol es tapado por enormes nubes llenas de rayos y relámpagos. Mantengo la carrera, viendo que unos metros adelante desaparece el bosque. Ruego dar con una ruta o algo así, necesito ayuda por más de que no sepa que pueda ayudarme ahora…entre pensamiento y pensamiento, llego a un desierto, detrás mío desapareció el bosque como si nunca hubiera existido. El cielo enojado, me manda la lluvia de compañía y algunos rayos que apuntan todos hacia mí. Arranco nuevamente, pero con algunas dificultades porque es muy pesada la arena…decido parar un minuto ya que me cuesta respirar. La arena comienza a abrirse y a llevarme hacia abajo, vuelvo a correr, y, a medida que avanzo, los pozos van aumentando su profundidad…como corolario, caigo en uno de ellos.
Luego de algunos granos de arena descendentes, es continuado por una tubería. Trato de atajarme de las paredes pero están cubiertas de víboras. El miedo me hace gritar…otra vez sin voz. No dejo de caer, y para mi suerte, es tan curvado el trayecto que constantemente golpeo las víboras. Acción que provoca que una de ella se sujete enérgicamente a mi cuello estrangulándome. Aprieto su cuerpo fuertemente pero me gana de todas formas, ya no tengo fuerza en las manos…termina la tubería y caigo sentada…alguien se acerca y me quita la víbora. Abro la boca para captar la máxima cantidad de oxigeno al mismo tiempo que escucho un gemir desgarrador luego de un golpe seco. Sujetándome el cuello, observo a mi salvador…es un payaso, que con una sonrisa burlona, me coloca cinturones de seguridad en las piernas y en el abdomen.
Identifico que estoy en una montaña rusa, y que soy su única víctima. Apresuradamente, otro payaso…mi fantasma disfrazada de payaso, pone en marcha el juego. Voy sentada primera y con una elevada velocidad, que con la compañía de la lluvia, evitan que pueda visualizar algo.
La sumatoria de los giros continuos y el zumbido del viento en el oído, acrecientan los mareos hasta el punto de tener nauseas. Como si alguien lo hubiera sabido, segundo siguiente, se detiene el juego…seco el agua que corre por mi rostro, me encuentro en lo más alto de la montaña rusa. Gira mi carrito, quedando boca hacia abajo…la yugular me está por explotar…grito sabiendo que nadie me va a escuchar…mi fantasma se ve diminuto, aunque igual logro ver cuando presiona un botón que automáticamente desprende mis cinturones.
Comienzo a caer…grito, pataleo…me impresiona ver el suelo acechándome así que cierro los ojos…un latido del corazón me mueve todo el cuerpo como si fuera a estallar. Una lágrima se mezcla con el agua de lluvia sobre mi nariz…
¿Ya me abre muerto?, paso un periodo importante y no recuerdo sentir dolor...Igual tengo miedo, pero voy a abrir los ojos pero con mucha lentitud. Una luz blanca me encandila, sostengo la mirada y veo que estoy nuevamente acostada. Quiero moverme y unas punzadas violentas en la cabeza me dicen que no es una buena idea. Entra a mi habitación un hombre con una chaquetilla blanca, pregunta como estoy y aclara que mejoro rápido.
Creo saber la respuesta pero igual pregunto: ¿dónde estoy?, el señor responde: en el hospital. Me pudo escuchar, ya tengo voz… ¿estoy en el hospital?, ¿Qué me paso?, pienso mientras este hombre, que supongo es el médico, mira una planilla que estaba ubicada en una mesa al final de la cama. En voz alta, pregunto ¿qué fue lo que me paso?, el médico decide no responder…insisto…y comienza a contarme que hace tres días me encuentro en la unidad de terapia intensiva, me mantuvieron dormida todo el tiempo debido a que las lesiones fueron bastante graves en mi brazo y pierna izquierda, levemente los pulmones y la peor parte se la llevo mi cabeza. Es preferible dejarme inconsciente a que sienta dolores desgarradores…además nunca estuve con condiciones estables, por lo que tuvieron que practicar algunas operaciones…dentro de media hora entro a quirófano por un pequeño coagulo en la cabeza q es necesario extirpar, y si todo sale como se espera, en unos días más podría volver a mi casa. Resaltó que nunca debí despertarme y que dentro de unos minutos tiene que venir una enfermera a dormirme otra vez. Le pregunte si alguien me vino a visitar y respondió que siempre hubo gente pero que ahora no quedo nadie porque decidieron venir a la hora de la operación.
Faltan diez minutos para entrar al quirófano, todavía no llego nadie de mi familia o amigos. La mente me pregunta si este no será otro sueño…comparando con lo anterior… ¡para! ¡No me acuerdo de nada! , tengo una imagen negra en la cabeza…de todas formas sé que fueron horribles porque todavía estoy medio asustada…eso significa que los calmantes son los que me lo produce, por ende, esto es la realidad… ¡Dios mío!, ¡entonces me van a operar en serio! Se abre la puerta e ingresa una mujer con un uniforme de enfermera, se presenta como Estela, y, preparando una inyección, me pregunta si ya estoy lista para soñar con los angelitos. Parece que mi miedo es notorio, porque Estela me mira fijo a los ojos y me dice que no me preocupe porque todo va a salir bien.
¿Qué pasa si no puedo salir de los sueños y volver a la realidad?...pienso mientras se me quedo dormida.




de Micaela Gutiérrez
País de orígen: Argentina
Edad. 20 años

No hay comentarios:

Buscar por título o Autor

Búsqueda personalizada