he sentido el beso quemante del dorado
líquido que arde (callado) en un vaso con limón
y hielo y agua helada, ocultando su acción
sobre cada palabra y cada nervio.
Por cada bocado
de sal en los caballitos que la mano ha tomado
de la mesa puesta en el centro de la habitación
y cada botella inmóvil que la contiene a imitación
de una presa en el cause de un río violentado,
se ha ablandado un poco la lengua más altiva
ha temblado la mano más segura
y el pudor de piernas de mujeres ya no dura:
el hielo se quita el cristal de su osamenta pura
dejando, en la aviesa sangre de agave diluida,
la pasión ardiendo y el habla encriptada oscura.
De la serie de poemas catorce por catorce tragos.
De Eduardo Ortiz F. 23 años, México DF
Página web creada por su participación en Letra Universal
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