Hacía más de diez años que no visitaba mi casa paterna. Los recuerdos volvieron a mi mente: mis padres, las tardes veraniegas jugando con los pollitos en el gallinero, la leche recién ordeñada y la imagen de mi querida prima Amalia.
Haciendo un poco de limpieza en la habitación que me vio crecer encontré-en el fondo de un baúl- la mochila y el diario personal de ella. Por una sencilla razón que desconocía no me había animado a invadir su privacidad.
Pero-al cabo de dos días- la curiosidad fue más fuerte y, mientras tomaba unos mates, comencé a leer su historia.
Miércoles 14 de Mayo.
Una madrugada, cuando en la ciudad aún están las luces prendidas y son pocos los transeúntes que deambulan por las inhóspitas calles porteñas, me encamino hacia un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires , cuyo nombre no quiero acordarme, para refugiarme en un páramo de pureza y tranquilidad.
Viajo hacia allí porque desde hace 20 años viven mis tíos y mi prima Agustina. Ellos tienen una hacienda: crían terneros, engordan vacas flacas, siembran trigo y tienen algunos cerdos para hacer chacinados.
Es miércoles. Tengo tan sólo una mochila (llena de libros) y una cartera con algunos billetes.
Mi estrategia: alejarme de la ciudad. El campo nunca me gustó: No puedo dejar de sonreír ante esas costumbres pueblerinas tan diferentes a las mías. Ninguna es mejor ni peor que la otra, sencillamente, son estilos de vida opuestos, diferentes.
Mi prima me idolatra, admira mi temperamento y mi devoción por la lectura. En cambio, su personalidad me abruma y me pone malhumorada: su manera de ser me resulta aburrida. Se pasa todo el día realizando quehaceres domésticos con una alegría que es envidiable: cocina, borda, plancha, teje, lava. No comprendo como puede gustarle esa tarea tan poco placentera. Me molesta que sea tan servicial y tan sometida ante los designios paternos. Necesita sublevarse pero no se anima- o no quiere. Me irrita que siempre hable y que ronque por las noches. Siento que invade mi mundo con sus interrogatorios.
Lo único interesante de este pueblo es la ayuda que voy a poder impartir a los niños pequeños que no saben leer ni escribir.
...
Viernes 16 de Mayo.
Mis tíos me recibieron con los brazos abiertos.
Todo está en el mismo lugar que desde hace ocho años atrás, cuando con mis padres habíamos ido a pasar una Navidad en familia. Recuerdo que fue una de las últimas.
Los negocios y almacenes siguen aún conservando las mismas paredes húmedas y despintadas. Aquel lugar, como tantos otros del interior, se caracteriza por tener construcciones propias del siglo XlX. Incluso la casa se mantiene intacta al igual que su jardín: el pasto corto, los tres rosales al lado del ceibo, el mismo hormiguero al lado de la tranquera y el viejo aljibe con el balde rojo a su costado.
Los muebles, heredados de mi abuela materna (Celia Albertina Roma de Pons), siguen acomodados de la misma manera. Inclusive las fotografías viejas están colgadas una al lado de la otra (con tres centímetros de distancia) y continúan estando mal centradas, como la última Navidad.
Los únicos ruidos que interrumpen el silencio del hogar son los que provienen del campo. Pero, por momentos, los sonidos se desvanecen y todo es silencio y tranquilidad.
Recuerdo las Églogas de Gracilaso de la Vega. Años atrás, cuando las había leído, no había creído que existiera en el mundo un lugar tan ameno y apacible como el recreado por el poeta español. Pero me había equivocado.
Por la noche, en la ciudad, todo es muy distinto: los autos y los ómnibus en cada esquina tocan fuertes bocinazos que despiertan a toda la familia y los conocidos pasos militares indican que ya ha llegado la hora de abandonar el dulce hogar.
Al final del día unos municipales fueron a la casa del Intendente a reclamar por sus salarios- hace tres meses que no les paga lo que corresponde. Éste llamó a la policía y los metió presos. Dicen que piensa despedirlos Mañana hablaré con él por la medida injusta que ha tomado. La gente tiene miedo, no se anima a reclamar lo justo.
... Lunes 26 de Mayo.
El Intendente es un ególatra. Fui a explicarle lo injusta de su medida. Le dije lo que pensaba de él- es lo mismo que piensa la población pero con la diferencia que lo callan. También hablé por la radio del pueblo y dije que la tiranía no podía gobernar en ese lugar y que no fuera tan déspota. Dos policías fueron a buscarme a la salida de la emisora y me llevaron a la penitenciaría. A las dos horas mi tío fue a buscarme y me dejaron salir. Dicen que debo decir públicamente que el Señor Intendente es muy buena persona. Pero no pienso hacerlo.
Por la tarde fui a la escuelita y enseñé a dos nenes el alfabeto. Estaban felices.
También, tuve que retar a dos hermanitos porque se pusieron a pelear en vez de hacer la tarea.
...
Jueves 29 de Mayo.
Todos esperan que me retracte pero no pienso hacerlo. La gente tiene miedo.
A la mañana camino por el extenso campo y me siento a leer “El Facundo”. Estoy leyendo el final del capítulo primero: “La vida del campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, sin ninguna de las de la inteligencia”, cuando me sobresalta la voz de un hombre. Es un peón de mi tío vestido con unas alpargatas negras, una bombacha verde y una camisa blanca. Está ordeñando una vaca y le habla como si ésta pudiera entenderle. Su vocabulario rudimentario me sorprende.
-Buenos días señor...
-Güenas Doña. Se nota que le gusta la tranquilidá- Al saludarme se saca la gorra-...aquí me ando...cumpliendo ordene del Don Carlo, debo ordeñar a la Susi pero está terrible, hace do’ hora que está maniatada y parece que se ha enculao, no me larga ni una gota de leche...siempre me hace lo mesmo...soy Molina y estoy pa’ servirle en lo que necesite...¿Ta cómoda? Hace semana que le quería hablar pero usté no venía pa’ estos lados...tenga cuidado con el Intendente...dicen que usté es peligrosa.
No articulo palabra y quedo sorprendida ante sus palabras.
Lo veo con un cigarrillo entre los labios y haciendo un pozo con la pala. Sonrío y no dejo de pensar en las palabras dichas por el sanjuanino al final del capítulo primero. Lo contemplo y me pregunto: ¿Tendrá ideales? ¿Sueños? ¿Proyectos de vida? ¿En verdad creerá que soy peligrosa?
A la tarde voy a la escuelita. Estoy muy contenta porque Gastón y Juancito ya a prendieron a leer de corrido. Para mañana les dejé tarea. Son unos angelitos.
... Viernes 6 de Junio
Estoy en la habitación terminando de leer “El Facundo” cuando un grito de animal furioso me sorprende. Miro por la ventana y no puedo creer lo que mis ojos contemplan. Cinco peones, entre ellos Molina, tienen maniatado a un cerdo arriba de una improvisada mesa.
En ese momento, Molina le clava un cuchillo, haciéndolo desangrar. El animal emite gritos desgarradores, todos parecen divertirse. La sangre cae a borbotones en un recipiente de plástico, le echan especias y lo van revolviendo para que ese líquido rojizo no se coagule. Semejante episodio me da nauseas. Inmediatamente, recuerdo “El matadero”. Es una mímesis de toda aquella escena escrita en el 1800, con el mismo salvajismo y la misma indiferencia ante el sufrimiento del otro.
Siento la boca seca y pastosa. Necesito beber un poco de agua. Me encamino hacia la cocina; allí está Agustina. Le pregunto:
-¿Qué están haciendo? ...pobre animal...
-¡Ah! No te preocupes, lo están carneando para hacer morcilla y fatura, cuando la terminen y la pruebes te va a encantar y te vas a olvidar del pobre animal....
... Miércoles 11 de Junio.
Cinco días después (de aquel espantoso espectáculo) llegan al pueblo un grupo de hombres buscando determinados paraderos. Irrumpen en todos los hogares interrogando sobre ciertos comportamientos irregulares o sobre la presencia de nuevos habitantes. Como es de esperar, vinieron a visitarnos. Escucho, desde la ventana de la cocina, a uno de ellos hablando con mi tío. Se saludan e intercambian fórmulas de cortesía. Luego, se van caminando por el campo y ya no puedo oír más nada. Eso me preocupa bastante. A las tres horas, decido preguntarle a mi tío qué le había dicho el salvaje. Pero sólo me dice que no me preocupe porque están buscando a una guerrillera muy peligrosa que se ha fugado de la Capital. También me refiere que le ha regalado ocho morcillas y seis chorizos caseros y que nosotros debemos quedarnos tranquilos porque ellos sólo están inspeccionando el lugar, hacen su trabajo y nada podemos temer.
...
Jueves 12 de Junio.
Escribo en mi diario “...La ideas no deben oprimirse, cada uno debe tener la libertad de optar por el estilo de vida que quiera (...) Prefiero que me fusilen antes de pasarme al bando contrario (...) Ya nada me queda, sólo la esperanza de un futuro mejor......”
...
Esas fueron las últimas palabras que escribió en su diario. Decidí publicar su historia para que el país entero la conociera, era mi prima y, de alguna manera, quería rendirle homenaje, se lo merecía.
Ya no me dedico a los quehaceres domésticos, ahora me he convertido en una periodista que lucha por la verdad y la justicia terrena. Porque de la divina se encarga Dios.
de Escapulario
31 años
Buenos Aires, Argentina
Página web creada por su participación en Letra Universal
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