PALABRAS PARA EL GRAN MARISCAL SANTA CRUZ
Duerme el viejo Mariscal Andrés Santa Cruz, su largo sueño, fresco como una ola que, eternamente, acaricia las playas de Antofagasta.
Por el silencio de los campos, en Junín y Pichincha, victoriosos pasean la memoria y el recuerdo de este gran padre mestizo americano, hijo del Alto Perú.
Valiente soldado, duerme. Los niños se han grabado en el alma tu recio semblante de cholo, tu estirpe de guerrero.
Eres voz rediviva, querido Mariscal, rayo azul en la pampa, interminable motor de nuevas aguas.
Duerme tranquilo, Andrés de Santa Cruz.
Tu augusta sombra es presagio de la aurora que esperamos.
Tacna, 9 de febrero de 1993
LA CASA DE MI INFANCIA
No quedó de ella ni la sombra que proyectaban los árboles que fueron sus vecinos.
En aquellos años era mi juventud desaprensiva, tumultuosa, alejada de mi mismo, de mi espíritu.
No hubo nadie, nadie, ¡ qué tragedia!, que registrara la mampara, el balcón, la ventana pequeñita por la que entraba luz, a la sala de piso de madera.
Aquella mampara tenía un listón suelto, que las visitas golpeaban para llamar. En los cuartos, de altas paredes, el calor del adobe nos abrigaba, en las noches frías de junio, y en los techos, de blanca pintura saltada, creía ver en mi infancia tropeles de caballos, animales marinos y desfiles de soldados.
Por una alta ventana los gatos oteaban mis vigilias. El patio de tierra, al fondo, lucía una delgada parra, una tinaja, un estanque y una vieja ramada. En invierno el barro cubría los senderos que yo, niño solitario, construía hasta los límites donde dormían las gallinas.
Aquella casa en mi memoria ha quedado íntegra. Regresa en los sueños, me visita, para habitarme como alma en pena, atormentada, sin abrigo.
Tacna, 18 de julio de 1988
SALUDO Y HOMENAJE AL POETA GUILLERMO MERCADO EN SUS CINCUENTA AÑOS DE POESÍA
En una tarde de tu bella Arequipa me entregaste, poeta, con ternura, cuatro letras luminosas que hablaban de vuelos y esperanzas.
Después nos perdimos en la ruta.
De pronto, esta mañana, te encontré orgulloso caminando a la mitad de tu siglo vivido en olor de poesía. Ahora ya no te irás, viejo querido. Yo también soy del sur. Y vengo a sentarme en tu ancha mesa, con la curiosidad del hermano menor.
Pero no vengo con las manos vacías. Te traigo una botella de buen tinto, de las chacras de Tacna, un repentino poema, y flores de granado y buganvillas, para que adornen tu pecho junto al texao fragante de tus campos.
Guillermo Mercado, poeta, al estrechar tu mano, de cholo arequipeño, saludo a la luz y a la victoria que la poesía alegremente siembra en el esperanzado corazón del hombre.
EN TACNA EVOCAMOS A DANIEL SANTOS EL DÍA DE SU MUERTE
para Juan Gonzáles
Fue en el bar de Janono, abierto a los sueños, cuando de entre el humo y la espuma que llegan al alma, apareció, inesperadamente, su rostro bigotudo, sus enormes ojeras – caribeño rostro inconfundible, de bohemio empedernido, emperador de la noche y del alcohol – y su inconfundible gangosa voz.
Recurrente fue el recuerdo de antiguos boleros, que bailamos abrazados al corazón de las muchachas que fueron.
No nos abandonaba su presencia. El tufo de la mesa fue su aliento y el color de la ceniza, el de su rostro.
El inquieto anacobero no se marchaba de aquel bar de la sureña provincia peruana. Cómo si hubiéramos evocado a un espíritu querido, para abrigarnos a su sombra.
¡ Extraña coincidencia! En esa hora vespertina, en azulado hemisferio, Daniel Santos no era más en el mundo y sus placeres. Aquello sucedió, exactamente, el viernes 4 de diciembre de 1992.
CARTA PARA JUAN GONZALO ROSE
Estabas allí, Juan Gonzalo, en medio del gran salón, durmiendo al inicio del otoño.
Eras un niño grande, cansado, reposando entre las rosas, con las manos cruzadas, correteando en los aleros del sueño.
A tú lado estaba yo velándote, con los bolsillos llenos de duraznos, de tu tierra tacneña, y el recuerdo de tímidos callejones que tus pequeños pies recorrieron en la alborada de tus años más frescos, Juan Gonzalo compañero.
Juan Gonzalo, hermano en el agua, el vino y el aire. En la evocación de las húmedas calles tacneñas que partían de tu sonrisa insomne.
Juan Gonzalo, hermano en la raíz tacneña más profunda y en el atormentado abrazo de tu soledad que no encontraba su brújula en el tiempo.
Juan Gonzalo, hoy que has partido al país de las rosas, que al inicio de la luz te aguardaba, permite que deje en tu pecho la carta amiga que esperabas.
Tacna, abril de 1983
CARTA PARA ROSARIO DE NICARAGUA
a Rosario Murillo
Si algún día Rosario te encontrase en la vieja Estación de Niquinohomo, amarrada a un palo mayor, o a un riel oxidado por la lluvia, y el llanto, en el fondo de tus ojos seguirían danzando las bordadas banderas de Gualtayán.
A tu lado, como un gallardete, la sonrisa triunfante de tu niño flamearía, como ahora, en este recuerdo largo que te envío desde el sur.
Rosario, adivino que en tu hermosa cabellera nocturna, hecha de exóticas hebras centroamericanas, amanece brillante un güis altivo.
Déjame que prenda en ella una buganvilla, una fresca rama de vilcas de mi tierra. Deja que te tienda mi mano, de hermano americano, para que construyamos el reino en el que mañana, el pueblo y la belleza, tengan por fin donde instalarse.
Tacna, PERÚ.
27 de septiembre de 1976
Poemas:
AVE DE MAR
EXPLICACIÓN
CANTATA DE AMOR
PRIMER AMOR
PSICOANÁLISIS
RELÁMPAGO EN LA NOCHE
RECUERDO DE ALFONSINA STORNI
RECADO ESCRITO PARA JOSÉ MARÍA EGUREN
PREÁMBULO DEL SUEÑO FRENTE AL MAR
1 comentario:
Hola Fredy
Me da muchoi gusto saber que tengo parientes escritores como tu..
Mi nombre es Hugo Otero Gambetta de la ciudad de Lima, y me entere que escribiste unos articulos sobre la migracion de los italianos al sur del Pais, y estoy interesado en poder determinar y armar un arbol desde lo sprimeros gambettas que salieron de Albizole...
Me gustaria poder ponerme en contacto contigo
Mi email es otero_hugo@hotmail.com
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