Arciniegas

Ismael Enrique Arciniegas (Curití, 2 de enero de 1865 - Bogotá, 23 de enero de 1938) fue un poeta colombiano cuyo estilo se encuentra en la transición del romanticismo al modernismo. Está considerado precursor del florecimiento intelectual santandereano.

Ismael Enrique Arciniegas nació en Curití el 2 de enero de 1865. En su juventud inició, sin terminarlos, estudios de Humanidades en Duitama y Jurisprudencia en la Universidad Católica de Bogotá. Ingresó en el Seminario Conciliar de Bogotá, que también abandonó; pero allí fue alumno de José Joaquín Ortiz, quien tuvo una gran influencia en su carrera literaria.

En Bucaramanga comenzó a ejercer el periodismo, profesión que mantuvo el resto de su vida. En 1887 fundó El Impulso; posteriormente dirigió La República y El Eco de Santander.
Desde este último periódico se posicionó políticamente al defender la candidatura a la presidencia de Miguel Antonio Caro, contra el general Marceliano Vélez. Participó en la guerra civil de 1895, donde alcanzó el grado de coronel. Acabada la guerra, inició la carrera diplomática, siendo destinado a Caracas. Llegó a ser ministro plenipotenciario en Chile (1903) o Ecuador (1930); también trabajó en París y Panamá.

En 1904, Arciniegas adquirió el periódico El Nuevo Tiempo, donde desarrolló una labor periodística muy importante que se extendió, a lo largo de casi tres décadas, hasta finales de los años 1930. El periódico, cuya ideología era conservadora, alcanzó una enorme influencia en la política.

Actividad y obra literaria

Ismael Enrique Arciniegas es especialmente reconocido por su obra poética, centrada en temas como la naturaleza y el amor. Arciniegas perteneció a la escuela romántica, con importantes influjos del modernismo, hacia el que tiende. Comenzó a escribir en el seminiario y pronto se hizo famoso gracias a composiciones como En Colonia, Inmortalidad, o A solas. Entre las obras que publicó cabe mencionar Cien poesías (1911), Traducciones poéticas (1926) y Antología poética (1932). En prosa publicó Paliques.

También destacó por su faceta como traductor, a la que dedicó gran parte de su actividad literaria. Cabe destacar sus versiones de Horacio y Heredia.