El sabio y El pájaro

La historia que voy a contaros sucedió no hace mucho tiempo en una de las montañas que nos rodean, donde vivía un viejo ermitaño en tranquila soledad.
Una tarde de primavera, mi amigo y yo decidimos subir por el estrecho camino que llevaba a su cabaña dispuestos a burlarnos de él; de repente, vimos atrapado entre las ramas de un pequeño arbusto un pájaro tan quieto y acurrucado que nos pareció herido.
Sin pensarlo demasiado, estiré el brazo y lo cacé fácilmente, lo guardé en el puño de mi mano y seguimos caminando cuesta arriba:
-¡Ahora sí que nos vamos a reír de ese viejo loco! -dije a mi amigo.
Cuando llegamos ante él, alargué el brazo, le mostré el puño por donde asomaba tímidamente la cabecita del pájaro y le dije irónicamente:
Dicen por ahí que tú eres ese viejo loco que lo sabe todo ¿no? Pues a ver si sabes esto ¡hombre! ¿el pájaro que tengo en mi mano está vivo o muerto?
El viejo sabio quedó pensativo, me miró fijamente a los ojos y me hizo esta reflexión:
Si te digo que está muerto, abrirías tu mano, lo dejarías volar libremente… y yo no habría acertado.
Si te digo que está vivo, podrías apretar tu mano hasta matarlo para que yo no acertara… y habrías acabado con la vida del pájaro.
Por tanto, no te diré si el pájaro está vivo o muerto, lo que si te diré es que:
-La vida de pájaro -nuestra vida- ¡está en nuestras manos!
Desde ese día, cuando me miro las manos no puedo evitar sentirme responsable, no sólo de todo lo que hago, sino de lo que podría hacer y no hago.


Fin



de " Muriel " (seudónimo)

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