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Despertar agradecido

Cada día feliz de despertar y ver el sol nuevamente brillando, se levanta Oscar con un bostezo enorme que asusta a los pajaritos que están en la ventana para colorear la mañana con su alegre trinar. Desplaza la cortina a un lado y alzando la mano saluda a los niños que van a la escuela. Abre los pesados postigos de madera, resecos por el sol y piensa que en la primavera los tiene que renovar dándoles una pintada. Ahora siente en su rostro la suave brisa matinal que lo deja sentir vivo. Se renueva con el aire puro que entra por todos sus poros y que lo mantiene alegre. Como era de esperar cruza la calle Anita, quien no deja de enfadarse con la vida, cada minuto que pasa es un torbellino de mala onda. Oscar trata de incentivar con palabras a su vecina pero los oídos sordos de aquella no permiten que penetre la alegría y sigue parloteando descontenta.
_ Hola vecina, qué le parece la frescura de la mañana que pinta un día radiante?
_ Qué me parece, que es muy temprano para augurar buen tiempo. Además hace frío, y me puedo resfriar, los pájaros cantan y no me dejan dormir es por eso que me tengo que levantar. Qué me va a parecer.
_ Disfrute del momento, agradezca que puede oír el trino, que se puede levantar, que puede caminar y ver. Acepte las maravillas que tiene.
_ Y Ud. que tan feliz puede ser, moviéndose en una silla de ruedas.
_ Señora mía, sepa Ud. Que la felicidad es un bien interior que todos poseemos. Mi espíritu regocija de amor por el sólo hecho de estar vivo hasta que Dios el gran Maestro decida por mí, siendo el mi creador no puedo ser tan desagradecido en no disfrutar del regalo de vivir porque me faltan las piernas. Tengo ojos que me permiten ver las maravillas que el creó sin egoísmo para que cada uno de nosotros disfrutemos a diario, puedo oír las melodías y tocar los suaves pétalos, disfrutar de los aromas y compartir el amor. Mis piernas no me dejan correr, pero yo no las necesito porque no tengo prisa a donde quiero llegar necesito ir despacio para poder aprender y enseñar. Le agradezco porque me hizo recordar que tengo mucho más de lo que necesito, por eso mi consejo es que disfrute de los milagros que tiene en su poder y no traiga a la superficie la lava de su volcán interior. Sea feliz.
En ese momento y sin palabra la vecina se dio cuenta que a él sólo le faltaban las piernas, pero que a ella le faltaba todo.




de Beatriz R Cassibba
Argentina
43 años



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