Él

Y era en él la sal…
Era su risa la angustia notoria
Era en él la entelequia indecorosa
Fueron hembras en sus manos
Una parva atolondrada de efigies decapitadas
A menudo las ratas, las orugas
Las trasudadas marsopas se apiadaban de él
Todo el campo brindaba a su suerte
Y él no entendía sus pasos, suyos
Nada de nada entendía
En la sabia del árbol fue hormiga
Fue desecho en las aguas turbias
En la gente fue desierto, desojado
Fue querido en los remansos del mundo
En los pocos minutos en que nada cambia
Apretó y supo erizar pieles muchas
Ha sido estaqueado, por fin, lo han subyugado
No del todo, todos caen, plano inequívoco
Vuelven llanto, paredón articulado, y reincidencia
Lo han vencido, así parece…
Ha invertido en dádivas elocuentes
En torturas diurnas escabrosas, propias
Esbozadas en tintes mentales color uva
Ha vuelto a ser esclavo, niño, pernocte insuficiente
De todas las noches de todos sus días
Sumados, uno tras otro, sobre aljibes arrumbados
Derrumbados en precarios sostenes latentes al tiempo
Ha quedado sombra perenne, afilada,
Demudada en llanto, llanto negro.


de Martin Moroni
Argentina
24 años



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