Biografía de Escritores Argentinos Headline Animator

¡Feliz Año Nuevo!

A las 11:53 minutos el móvil se trastornó, empezó a sonar una ruidosa cantinela. Comenzaron a llegar mensajes cabalgando unos sobre otros en una veloz carrera. Cenaba con tres parejas de amigos y si soy sincera no era la cena de mi vida. No pude resistir la tentación de conocer quien estaba pensando en mí. Había bastantes mensajes chorras y uno que me llegó al corazón perteneciente a una de mis mejores amigas
“Un día dijo un sabio: La riqueza de un ser humano se mide por la calidad de los amigos que tiene. Gracias por ser parte de mi fortuna. Feliz año nuevo”. Eva
Sin apenas meditarlo cambien la firma y lo reenvié a una buena amiga que según mi opinión no había sabido estar a la altura durante la dolorosa etapa que atravesé el año pasado. Tras un noviazgo de muchos años la persona que yo adoraba me abandonó sin ninguna explicación. Le día a Ana muchas señales reclamando su atención y me sentí muy defraudada porque no las supo ó quiso captar. No dejaba de recordar los buenos momentos compartidos. Me preguntaba si los había soñado, si los sentimientos eran verdaderos y decidí bajar de mi pedestal y hacer algo que le conmoviese. Estaba segura de que el cariño que nos habíamos teníamos era sincero y opté por cerrar los ojos a los acontecimientos dolorosos y darle una nueva oportunidad.

Por la tarde sonó el móvil. Miré el número extrañada porque no tenía ni idea de quien me llamaba
- -Hola ¿quien eres? –contesté sorprendida.
- -Aló ¿y tú? ¿Me enviaste un mensaje? ¿Me estás vacilando?- la voz era de un muchacho joven sudamericano.
- ¿Qué dices, me vacilas tú a mí? – Un chulito que le ha saltado la pinza, pensé.
- Soy Jefferson, tú eres Laura. No te conozco, pero mi novia lleva un cabreo... Ha escuchado tu mensaje y se ha puesto hecha una fiera.
- ¡Menudo nombrecito Jefferson¡ ¿ Es para siempre? – soy bastante educada, pero cuando me suelto tengo bastante ironía
- ¿Y a tú que te importa? A mí me gusta. Mi padre se llama igual – soltó una carcajada- Me gustó mucho su forma de reír.
- ¿Eres de Ecuador? Leí un artículo leído en un periódico de un pueblo de allí donde todo el mundo tenía nombres rarísimos: Adolfo Hitler, Espíritu Santo, Madre tierra, Ecuador libre...
- Soy de Quito. Eva, mi novia es española. Piensa que le estoy poniendo unos cuernos más grandes que los del reno de Santa Claus.
- Si quieres hablo con ella y le explico el malentendido –contesté conciliadora.
No,- respondió categórico. Todo son todas imaginaciones suyas. Es una paranoica y estoy muy cansado. ¿Sabes qué? Este año deseo cambios y esto me viene de perlas. Siento la necesidad de ilusionarme de nuevo. Me siento como si fuera agua atrapada en una presa, que no fluye. Necesito ser de nuevo una cascada que discurre segura de sí, libre y veloz

- No Jefferson, conmigo no cuentes. Adiós y Feliz año. Puedes reenviar mi mensaje si quieres.
- Espera, Laura. He pensado que este marcaje de número equivocado no ha ocurrido por casualidad. No he podido marchar a Ecuador a ver a mi familia. Seguramente los de Air-Madrid no me abonarán el dinero del billete ¿Te apetece que nos conozcamos? Yo vivo en Madrid.

Me visualicé como la protagonista de un culebrón sudamericano. Recordé un famoso anuncio de telefonía móvil. Alex mi ex era perfecto: tenía un buen trabajo, detallista, cariñoso, mis padres le adoraban, con una mirada adivinábamos el sentir del otro y me salió rana. Nunca se conoce de un modo completo a nuestra pareja, siempre nos reservamos algo. Desde que me abandonó apenas salía con mis amigas y muchas desistían de llamarme. Estaba muy abatida. Deseaba empezar de nuevo, pero no sabía cómo. Hacia tiempo que no disfrutaba tanto de una conversación telefónica. Una locura salir con un tío desconocido, que me hacía reír, pero ¿Y si salía bien? Debía estar volviéndome loca.

- Sé lo que pasará por tu cabeza. Tirarte a la piscina sin saber si hay agua. Estamos en igualdad de condiciones. Yo tampoco te conozco de nada. Aunque lo parezca no soy un ligón profesional.
- ¿Y tu novia? Porque hace cinco minutos era lo único que te preocupaba.
- Nunca le he puesto los cuernos, te lo juro. No quiero seguir esclavo de sus celos enfermizos. Me pareces simpática. No perdemos nada conociéndonos ¿Cuantos años tienes?
- Treinta y dos años.
- Yo treinta y seis, perfecto. Quedamos a las nueve en la Plaza Mayor, cenamos y vemos el viejo Madrid que está precioso en Navidad. A propósito, acude sin falta. No pararé de darte la lata. Recuerda que tengo tu número de móvil. Lo pasaremos bien ¿OK?
- OK Jefferson, hasta mañana.

Cuando colgó el teléfono, me quedé observando el auricular. No podía estar pasando esto. Me reí con ganas. Mi hermana me miró alucinada al salir de la ducha.
- ¿Que te pasa? ¿Que mosca te ha picado? - preguntó inquisidora.
- Han marcado un número equivocado – contesté, sin darle importancia.
Mi hermana era una persona fría y calculadora. Jamás se hubiera tirado a una piscina como esa. No le expliqué lo que había ocurrido. Nunca lo entendería.

Fui a mi armario lo abrí con determinación y pensé en que ropa me pondría para mi primera cita de Año Nuevo.





RESEÑA AUTOBIOGRAFICA

María Luisa Agost Suárez
Edad: 42 años
España

Me encanta escribir, ahora a los cuarenta años he descubierto mi vocación tardía.
He sido finalista en los VI premios literarios de Constantí (Tarragona) “Historias verdaderas” · en la categoría de adultos

No hay comentarios:

Buscar por título o Autor

Búsqueda personalizada