Los secos claveles de tus ojos
miran la obscura y siniestra figura
que representa la última esperanza.
Sus extremidades fatuas
se mueven en la impunidad de las sombras
y el tiempo pasa.
Te sustraes en tenues exhalaciones
de un aire viciado por el humo del cigarro.
El ambiente se vuelve vulgarmente estoico, caótico,
yaces allí inmóvil, impotente.
Se acerca el final y desesperas,
el peso lúgubre del abismo eterno te hunde
en las profundidades de la horrible catrera.
Todo en aquella habitación te resulta indiferente,
cada vez más lejano, indolente
y la obscura figura se acerca, te mira.
Pero heroica ahora te liberas
y devuelves la mirada desde arriba,
con solemne paciencia celestial.
Priscila Ruth Cosentino,
Mendoza, Argentina,
22 años.
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1 comentario:
muy lindo lo que escribiste, muy bien logrado, te felicito...Martin.
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