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Mundo de locos

Cuando le conté a Tomás que un loco me visitaba todas las mañanas, le restó importancia. Me dijo que a lo mejor era alguien que venía a visitarme y que lo recibiera para hacer un nuevo amigo. Tomás es un enfermo mental pensé, cómo iba yo a tener un amigo así. El primer día que admití al hombre en mi hogar me dijo que se llamaba Neftalí, pero que lo llamara Pablo. Bueno, me pareció raro por la coincidencia con el poeta Pablo Neruda, pero parecía simpático, aunque no hablaba mucho. Fui yo el que conversó de poesía y la similitud de sus nombres. Estuvo como una hora y se marchó agradeciendo la grata charla. Sin embargo, el segundo día cuando le abrí la puerta me dijo que se llamaba Amado Nervo y estaba muerto. Le cerré la puerta en las narices porque yo para entretener a locos no estoy. Sin embargo, desde ese día no ha dejado de venir en las mañanas y me tapo los oídos con las dos manos, acurrucado en el sillón para no escuchar el toc toc de la puerta.
Le pedí a Tomás que me arreglara el miradero de la puerta para poder ver si el loco volvía y tuve que amenazarlo con trancar la puerta con sillas para que lo hiciera. Él me conoce bien, sabe que cuando se me pone algo en la cabeza no me quedo tranquilo hasta que consigo lo que quiero. Somos amigos hace mucho tiempo, yo le enseño sobre la vida, de cómo uno vive apreciando las cosas simples de la existencia, para no trastornarse como lo hace últimamente la mayoría de la gente, pero parece que no quiere entender lo que le digo. Le repito una y otra vez que vivimos en un mundo de locos. Le he dicho de todas las formas posibles que el planeta se está volviendo insano, que existen factores graves por los cuales las personas se transformarán y quedarán completamente chaladas. Le hablé de las explosiones del sol y el electromagnetismo que generan sus tormentas afectando a la razón. Además es una situación que predijeron los mayas, le aseguré. También le di una charla sobre el materialismo, el consumismo, el alejamiento de lo espiritual, la poca resiliencia del ser humano ante la guerra o los fracasos y del bombardeo informático, que está llenando nuestro disco duro, pero a pesar de todo lo que le hablo no quiere entender que estamos en un mundo de locos y que uno de ellos viene todas las mañanas imaginando que es un poeta diferente cada día. No obstante, parece que le hablo al vacío, no hallo ninguna expresión de interés en su rostro y sólo me mira muy serio. En algunas ocasiones, pienso que está cansado y otras que está enojado. No sé. De todas formas agradezco que venga a visitarme porque no viene nadie a verme, salvo a veces algún chalado como el de las mañanas.
El mes pasado tampoco me tomó en serio cuando le dije que la vecina estaba loca, que corría de un lado a otro a la hora del té, hasta que un día la vio y por fin supo que yo estaba en lo cierto. Tienes razón, está tocada me dijo resignado. Sin embargo, esta vez tampoco cree en mí y no puede venir al amanecer a confirmar lo que le cuento, porque su turno termina después que me da la pastilla de dormir a medianoche.



de Alejandra Planet Sepúlveda
Nacionalidad: Chilena

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