En las penumbras del anochecer rememoraba su niñez, junto a algunas compañeras que reposaban muy felices a su lado. Sin embargo ella ahora estaba triste, porque virtualmente el mundo había comenzado a desdeñarla, programando sistemáticamente su olvido y así, año a año, su presencia se fue opacando lentamente.
En ese momento, advirtió en la oscuridad de la habitación que se abría la puerta y al filtrarse unos pequeños rayos de luz apareció él, bañado por un resplandor extraño. Era el caballero de triste figura, que con su porte desaliñado se le acercó y al comenzar a escudriñar ansioso el lugar, la descubrió grabada en aquel cuadro tan bello y conmovedor denominado añoranza.
Con la mirada señera, al verla sobresalir entre las otras con su hermoso moño, le sonrió cariñosamente y entonces, una sensación de placer que desde antaño no experimentaba la ciñó totalmente. Cuando percibió como en un ensueño la halagüeña voz del hidalgo, toda su existencia se acuñó en el paraíso y su alma se adueño de esperanza.
- Querida dulce eñe - ¡Daremos batalla contra ese gigante globalizado!
- No temas, tú nunca desaparecerás, porque eres la enseña de nuestro idioma español.
de Aliver
Argentina
69 años
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