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Caza mayor

de Eduardo Lizalde


(Fragmento, Cuadernos de poesía, UNAM, 1979)

II

El bello, finalmente, el poderoso,
por el mayor fue vencido.
No sólo el gran tigre muere,
esta argamasa de brillo y sangre,
este relámpago
de homicida perfección:
muere con él su raza,
la historia de los tigres.
(Dice Sankhala el sabio,
adorador de tigres,
rey del zoológico en Delhi,
que sólo cuatro mil tigres restan
en los bosques y las tundras
de la antigua Hircania,
de Persia o de la India,
de Java o de Sumatra.)
Los batidores sitian a la bestia mayor,
la cercan, guían, acosan
-gritos, golpes, música, tambores-,
y él, último ejemplar, todos el último,
y joya irrepetible, juego, gloria,
de la altivez, el crimen, la hermosura,
lanza el final rugido
y el aire se enrarece
como cuando se desploma una caverna.

IV

El tigre en celo
es como un pozo de semen,
como un brazo de río:
más de cincuenta veces en un día
copula y se descarga largamente en la hembra,
como un cielo encendido en éxtasis perpetuo,
una tormenta de erecciones.
Y la hembra que aúlla o vocaliza
con su voz de contralto,
cómica y dolorosa,
pornográfica y mártir,
espera al tigre que la ronda sin tregua
como una tea, como un astro poseído e hirsuto.
Las fieras se acarician, Rubén,
bajo las vastas selvas primitivas.
Es el gran circo del sexo
en inconsciente y arrobada
soledad acróbata.
Al alba, cuando las bestias lujuriosas duermen,
parece oler a sexo, también a carne macerada,
en dos kilómetros a la redonda
y un resplandor ligero emana de ese olimpo
en que la prole
del que podría preñar en horas a doscientas tigresas
es grandioso rescoldo y ya se apaga
como un fuego de siglos,
cesa como un viento,
cede como un canto.

VI

Me quedo, tigre solo, satisfecho,
hambriento a veces,
aquí en esta cantina
donde el tiempo no pasa.
En esta misma mesa
de la cervecería La Curva
en que gastábamos
la quincena y el tiempo
mi amigo Marco Antonio y yo,
graves y grávidos poetas.
Pido cerveza. Escribo como entonces,
para qué,
unas líneas más o menos jocundas.
Pero pienso en la muerte,
un áspero humor sopla, corre como un frío,
huele a tanino, como un tiempo fermentado,
un vino enfermo.
Comprendo que alguien me persigue,
alguien apunta,
alguno acecha, me caza,
venadea, tigrea, destruye.
Pido otra cerveza.

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